Mientras Washington presiona por un congelamiento del conflicto antes de 2026, Ucrania debate el costo de ceder territorio a cambio de garantías de seguridad occidentales. La búsqueda de la paz en Ucrania se ha transformado radicalmente. Si 2024 fue el año del estancamiento, 2025 ha sido el año de la aplicación de una estrategia de diplomacia coercitiva diseñada en Washington. A medida que el conflicto se acerca a su cuarto invierno, la Casa Blanca ha reconfigurado sus prioridades: el objetivo ya no es únicamente sostener el esfuerzo bélico indefinidamente, sino forzar una arquitectura de seguridad que permita congelar las hostilidades.

(crédito de la foto: JONATHAN ERNST/REUTERS)
El “Plan Kellogg” y la presión de Washington
Fuentes diplomáticas confirman que el Departamento de Estado trabaja sobre la base del documento conocido como el “Plan Kellogg-Fleitz”. Este borrador estratégico, detallado recientemente por The Guardian tras el nombramiento del enviado especial Keith Kellogg, establece una condición clara: Estados Unidos continuará armando a Kiev solo si acepta sentarse a negociar.
Esta propuesta busca la paz en Ucrania mediante un ultimátum doble: si Ucrania no negocia, se corta la ayuda; si Rusia no negocia, Estados Unidos incrementará masivamente el suministro de armas para “romper” el frente.
¿Hacia un armisticio estilo Corea?
El punto central de las discusiones actuales es cómo garantizar la seguridad sin el ingreso inmediato a la OTAN. Analistas de alto nivel han sugerido que el desenlace más probable es un armisticio al estilo de la Guerra de Corea.

Este modelo, analizado en profundidad por Foreign Affairs, implica que Ucrania no reconocería legalmente la pérdida de territorio, pero aceptaría una realidad de facto: una línea de contacto congelada y fuertemente militarizada. A cambio, Occidente convertiría a Ucrania en un “puercoespín” militar capaz de disuadir cualquier ataque futuro.
El rol de Estados Unidos ha evolucionado de ser el “arsenal de la democracia” a ser el árbitro de un armisticio difícil. La administración actual apuesta su capital político a cerrar este capítulo antes de las elecciones de medio término de 2026. Para Ucrania, el desafío es inmenso: aceptar una paz imperfecta y dolorosa territorialmente, a cambio de asegurar su supervivencia como estado soberano y democrático integrado a Occidente.
La paz en Ucrania no será un evento de un solo día, sino un proceso largo y armado, donde la diplomacia estadounidense seguirá jugando un rol central para evitar que las brasas del conflicto vuelvan a encenderse.
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Por Edwin Bazán Chávez, estudiante de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Católica del Perú.














