El presidente ruso, Vladímir Putin, confirmó recientemente que el nuevo misil balístico de alcance intermedio Oreshnik estará en servicio operativo antes de fin de 2025, consolidando una capacidad de ataque rápido contra objetivos en Ucrania y potencialmente en territorio europeo. El sistema es descrito por el Kremlin como un misil hipersónico de gran poder destructivo, y fue revelado públicamente en noviembre de 2024.

En su momento, Moscú lo utilizó en un ataque contra la ciudad ucraniana de Dnipró. Putin presentó entonces aquel lanzamiento como un “ensayo exitoso” y una señal estratégica a Estados Unidos y Reino Unido frente al debate sobre el suministro de armas de largo alcance a Kyiv. Ahora, el presidente aseguró que el Oreshnik estará en guardia de combate antes de fin de año, tras el inicio del proceso de producción en serie anunciado semanas atrás.
El mandatario ha llegado a comparar el poder destructivo del Oreshnik con el de un arma nuclear, y afirmó que el misil es “ininterceptable”, aunque especialistas independientes han puesto en duda estas aseveraciones y reclaman mayor evidencia técnica para sustentar ese nivel de capacidad. Más allá de los comentarios oficiales, el Oreshnik se inscribe en la brecha abierta tras el fin del Tratado INF, que durante décadas prohibió los misiles balísticos y de crucero terrestres de alcance intermedio.
Presión sobre el flanco oriental de la OTAN
Rusia ya adelantó que el Oreshnik será desplegado también en Bielorrusia, país limítrofe con Ucrania y con varios Estados miembros de la OTAN. El propio presidente Aleksandr Lukashenko aseguró que el sistema entrará en servicio en territorio bielorruso antes de que termine 2025, ampliando el radio de amenaza sobre el flanco oriental de la Alianza.
Cabe recordar que, a finales del año pasado, Bielorrusia pidió al gobierno ruso instalar el moderno sistema de misiles Oreshnik en su territorio frente a la amenaza de la OTAN. La propuesta fue presentada por el mandatario bielorruso, Aleksandr Lukashenko, durante la sesión del Consejo Supremo de Estado de la Unión de Bielorrusia y Rusia, que tuvo lugar el 6 de diciembre en Minsk.

Ahora, el despliegue operativo del sistema antes de fin de año se interpreta como un paso más en la estrategia de disuasión y presión rusa, diseñado para aumentar el costo político y militar de seguir armando a Ucrania, proyectar poder hacia Europa central y occidental, y reforzar la imagen interna de una Rusia tecnológicamente capaz de desafiar a la OTAN. Los próximos meses serán clave para determinar si el Oreshnik se convierte en un factor estructural.
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