La participación de Israel en Eurovisión 2026 fue confirmada indirectamente por la Unión Europea de Radiodifusión (UER). Esto ocurrió la semana pasada, pese a la resistencia de varios miembros. Las acciones militares en Gaza han dividido el discurso europeo en dos frentes. Un bloque defiende el certamen como un espacio cultural apolítico. El otro denuncia que Israel usa el festival para legitimarse políticamente. Este grupo afirma que dicha presencia contradice los principios humanitarios del proyecto europeo.

Según la UER, Eurovisión nació en 1956 para fomentar la cooperación regional en la posguerra. Sin embargo, el certamen nunca ha sido ajeno a las dinpamicas geopolíticas. Un análisis de National Geographic confirma que el escenario ha funcionadocomo instrumento político en varias ocasiones: Turquía lo usó en 2004 para acercarse a la UE, y en 2022 Rusia fue vetada debido a la invasión de Ucrania.
La fractura del consenso europeo bajo límites éticos
El liderazgo del boicot lo asume España, uno de los mayores contribuyentes financieros al certamen. RTVE confirmó su salida este 4 de diciembre, caracterizando a Eurovisión como un “reflejo innegable de la geopolítica” y alineándose así con la crítica del gobierno español hacia la ofensiva en Gaza. Para Madrid, compartir escenario con Israel implicaría una normalización diplomática incoherente con su agenda exterior.

Países Bajos e Irlanda se suman a este bloque al elevar el debate al ámbito normativo. La neerlandesa AVROTROS justificó el mismo 4 de diciembre su retirada afirmando la necesidad de trazar una línea de protección ante la vulneración de los valores de la Unión Europea. En una línea similar, la cadena irlandesa RTÉ declaró, en la misma fecha, que su participación contradiría su “profunda preocupación” por la violación de la libertad de prensa internacional en Gaza, citando asesinatos selectivos de periodistas y bloqueos a la prensa.
Finalmente, la junta directiva de RTV Eslovenia exigió la aplicación igualitaria de los principios éticos para todos los miembros de la UER. Su presidente afirmó, ante la BBC, que la inacción frente a Israel contrasta con la expulsión inmediata de Rusia en 2022, a pesar de ambos estar involucrados en situaciones de agresión a otros países.
El apoyo legitimador a Israel es parte de la historia europea
Frente al boicot, Alemania lidera el bloque en defensa de Israel. Su postura es clave para entender la inacción de la UER. Según el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, la firmeza de Berlín obedece a su Staatsräson, una doctrina que vincula la existencia y seguridad de Israel con la propia identidad alemana moderna tras el Holocausto. Bajo esa línea, aislar a Israel no es una opción viable, pues rompería con el mandato moral de reparación histórica vigente desde 1945, blindando así a Tel Aviv de sanciones similares a las impuestas a Rusia.
Esta estrategia es parte de una construcción geopolítica histórica. Según National Geographic, la creación del estado de Israel en 1948 fue respaldada por Europa como respuesta reparadora al antisemitismo histórico europeo. Gracias al interés de las potencias en asentar a la población judía en su propio territorio, la rápida integración del país en organismos como la UER en 1957 respondió, sobre todo, a una necesidad política de anclar a Israel a las democracias que habían patrocinado su fundación. En consecuencia, una expulsión hoy superaría el ámbito administrativo para simbolizar la ruptura del proyecto de legitimación que Europa diseñó para Israel tras la Segunda Guerra Mundial.
Bajo este contexto, la Unión Europea de Radiodifusión justifica la permanencia israelí apelando a los estatutos fundacionales del certamen. En su reporte de la reunión en Ginebra, la organización reafirmó que Eurovisión no reúne gobiernos, sino radiodifusoras. A diferencia del caso ruso, la UER sostuvo que la emisora israelí cumple los requisitos técnicos. Al argumentar que su mandato se limita a facilitar el intercambio cultural y no a juzgar conflictos bélicos, se ha desvinculado de la crisis en Gaza.
El costo geopolítico de una Europa fragmentada
La fractura en Eurovisión trasciende el certamen y problematiza la capacidad de la Unión Europeapara sostener sus plataformas comunes de diálogo. Según Reuters, la retirada del bloque disidente amenaza con provocar un déficit financiero mayor al anticipado originalmente. La magnitud de la situación fue confirmada por el historiador, Dean Vuletic, quien declaró a AP News tras la reunión de Ginebra que esta constituye “una de las crisis más graves a las que se ha enfrentado la organización”, advirtiendo que el próximo año se presenciará “el mayor boicot político a Eurovisión de la historia”.
Este escenario expone el riesgo mayor que yace en las relaciones intra-europeas: la falta de consenso en foros culturales —el ámbito de la low politics— evidencia la fragilidad de la capacidad regional de actuar como un bloque unificado. Mantener a Israel ha transformado una plataforma de unión en una de protesta, demostrando que el discurso de la UER ya no es suficiente para silenciar el desacuerdo diplomática del continente.

Esta inacción cultural evidencia una impotencia estratégica más relevante en la high politics –asuntos de seguridad internacional. Según Carnegie Europe, la Unión Europea posee palancas indispensables para la seguridad en Medio Oriente: es el mayor socio comercial de Israel y cuenta con capacidad operativa para el control fronterizo y la reconstrucción. Sin embargo, la fractura normativa expuesta en Eurovisión neutraliza estas posibilidades de estrategia. Carnegie Europe afirma que si Europa es incapaz de unificar posturas en la low politics, difícilmente podrá activar su peso económico para garantizar el plan de paz, remitiéndose a ser un actor relevante en la reconfiguración de la región.
Te podría interesar: Alemania reanudará exportaciones militares a Israel bajo un esquema condicionado tras la suspensión impuesta en agosto de 2025












