El vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Industria, Stéphane Séjourné, instó a la Unión Europea a “redoblar sus esfuerzos” para reducir la dependencia estratégica de China en materia de minerales críticos. En un mensaje directo al corazón de la política industrial y de defensa del bloque, el funcionario francés advirtió ante el Parlamento Europeo que los controles de exportación chinos sobre tierras raras “apuntan directamente” a Europa y que el acceso a estos insumos sigue siendo “alarmante”.

Sus declaraciones ocurren incluso después de que Pekín anunciara la suspensión por un año de parte de las restricciones más severas. Específicamente, China concentra cerca del 70% de la extracción mundial de tierras raras y alrededor del 90% de su refinación, insumos clave tanto para tecnologías civiles como militares, desde autos eléctricos y computadoras hasta aviones de combate y misiles guiados.
La vulnerabilidad industrial europea
Las advertencias de Séjourné llegan tras una escalada regulatoria de Pekín. En abril, el gobierno chino impuso fuertes restricciones a la exportación de una serie de tierras raras y minerales estratégicos, en respuesta a los aranceles “recíprocos” anunciados por el presidente estadounidense Donald Trump contra China y otros socios comerciales. En octubre, endureció aún más el esquema con nuevas medidas que, en la práctica, supusieron un veto de licencias de exportación de tierras raras para usos militares.

El paquete de abril sigue vigente y ya obligó a numerosas industrias europeas a frenar o demorar producción, especialmente en automoción, transición energética y electrónica de defensa. Por eso Séjourné fue explícito: las licencias que China concede ahora a empresas europeas llegan “a cuentagotas”, generando un riesgo permanente de disrupción en las cadenas de suministro. También denunció la creciente presión regulatoria china sobre el empresariado europeo, al denunciar que las exigencias de Pekín para otorgar licencias —incluida la entrega de información comercial sensible a las autoridades chinas— son “asimilables a una extorsión” sobre los sectores más dependientes.
La ¿solución? europea
Y es que en un contexto en el que la UE ya vivió la experiencia de su dependencia del gas ruso tras la invasión de Ucrania, el mensaje de que el bloque Bruselas no quiere que el “litio chino” o las tierras raras se conviertan en el nuevo talón de Aquiles de su seguridad energética, tecnológica y militar, es sumamente claro. Como respuesta, Séjourné adelantó parte de la arquitectura del nuevo plan comunitario para garantizar el acceso a materias primas críticas, cuyos detalles serán precisados la próxima semana con la presentación de la iniciativa “RESourceEU”. El eje institucional será la creación de un Centro Europeo de Materias Primas Críticas, concebido como un “hub” de aprovisionamiento para el bloque: un organismo que permita evaluar la demanda real de la industria europea, coordinar compras conjuntas, almacenar minerales estratégicos y gestionar reservas de emergencia, en línea con la lógica de stockpiles que ya se viene discutiendo bajo la órbita del Critical Raw Materials Act (CRMA) aprobado en 2024.

El centro se integrará a una estrategia más amplia que ya incluye la identificación de proyectos “estratégicos” en minería, refinado y reciclaje dentro y fuera de la UE. A finales de marzo, la Comisión aprobó una primera lista de 47 proyectos estratégicos en territorio europeo, principalmente orientados a litio, níquel, grafito, cobalto, manganeso, magnesio y tungsteno, con objetivos concretos de aquí a 2030: cubrir al menos el 10% de la demanda con extracción propia, el 40% con procesamiento interno y entre 15% y 25% mediante reciclaje, además de limitar a un máximo del 65% la dependencia de un solo tercer país en cualquier eslabón de la cadena de suministro.
Más allá de la dimensión puramente económica, el debate sobre los minerales críticos está cada vez más ligado a la agenda de defensa europea. Las tierras raras y otros materiales estratégicos no solo son indispensables para baterías y tecnologías limpias, sino también para componentes de sistemas de armas, radares, satélites, sensores y plataformas de mando y control. Para un bloque que discute su rearme, su rol en la OTAN y su capacidad de actuar de forma autónoma en el flanco oriental y en el Indo-Pacífico, depender de un único proveedor —y, en particular, de un competidor sistémico como China— es percibido como un riesgo estructural. De ahí que el discurso de Séjourné hiciera hincapié en la “seguridad económica” como parte inseparable de la seguridad militar.
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