El presidente Emmanuel Macron adelantó que presentará esta semana un nuevo esquema de servicio nacional de carácter militar, al mismo tiempo que confirmó que no habrá envío de soldados a Ucrania. “Realmente necesitamos, ahora mismo, disipar cualquier idea errónea de que vamos a enviar a nuestros jóvenes a Ucrania. No se trata en absoluto de eso”, declaró el presidente francés.

El plan está diseñado para reforzar los efectivos de las Fuerzas Armadas francesas, de manera voluntaria, remunerada y con una duración de unos diez meses (con una paga estimada de entre 900 y 1.000 euros mensuales). Pero más que los detalles técnicos, el anuncio llega en un contexto de tensión creciente con Rusia, y el eje del mensaje presidencial estuvo puesto específicamente en eso: la iniciativa “no significa” que los jóvenes franceses vayan a ser enviados a combatir a Ucrania.
Un servicio nacional voluntario bajo la sombra de la guerra en Ucrania
El nuevo servicio se enmarca en la revisión más amplia del Service national universel (SNU), el formato de servicio nacional introducido en 2019 que hoy se limita a dos semanas de formación y otras dos semanas de trabajo comunitario, y que nunca terminó de consolidarse ni en términos presupuestarios ni de adhesión juvenil. El propio Macron ya había anticipado meses atrás una “gran refonte” del SNU, alineando el rediseño con las necesidades de defensa y resiliencia de la nación, pero sin volver al servicio militar obligatorio suprimido en 1996. La nueva propuesta apunta, en cambio, a un modelo voluntario más exigente y claramente orientado al ámbito castrense, pensado para captar reservistas y nutrir a las fuerzas profesionales.

Macron justificó el giro como respuesta a lo que describió como una “confrontación híbrida” librada por Rusia contra Francia y Europa, que va desde la guerra convencional en Ucrania hasta las campañas de desinformación, los ciberataques y la presión energética. “Si queremos protegernos, debemos demostrar que no somos débiles frente a la potencia que más nos amenaza”, advirtió, al tiempo que insistió en la necesidad de que “el mayor número posible de ciudadanos comprenda qué son nuestras Fuerzas Armadas y cómo funcionan”. El mensaje combina dos planos: por un lado, la idea de “deseo de servicio” entre la juventud; por otro, la construcción de una sociedad más preparada para escenarios de crisis prolongadas, algo que el Elíseo viene planteando desde sus llamados al “rearme europeo”.
El anuncio llega pocos días después de la polémica generada por el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas francesas, general Fabien Mandon, quien ante un congreso de alcaldes advirtió que la principal debilidad de Francia es la “falta de voluntad de luchar” y alertó sobre un posible escenario en el que el país termine “perdiendo a sus hijos” en una guerra con Rusia. Sus declaraciones fueron criticadas por sectores de izquierda y por la Agrupación Nacional (RN), que lo acusaron de ir más allá de su rol y de sembrar alarma entre la población. El nuevo diseño de servicio nacional, con su énfasis en el voluntariado y en la formación, puede leerse también como un intento del Palacio del Elíseo de canalizar el debate sobre la mobilización de la juventud bajo un paraguas político más controlado y menos explosivo que el de una eventual conscripción masiva.
Tensiones políticas internas
En el plano interno, la propuesta ya empezó a ordenar posiciones. Raphaël Glucksmann, referente de la centroizquierda de Place Publique, se declaró a favor de la idea, pero sostuvo que debería ir más lejos y transformarse en un servicio universal y obligatorio, “no necesariamente militar”, que aporte cohesión social. Desde el otro extremo, el vicepresidente del RN, Sébastien Chenu, apoyó el concepto pero reclamó comenzar con un servicio militar obligatorio de tres meses para chicos y chicas, que luego pudiera ampliarse. Es decir, mientras Macron insiste en que no habrá envío de conscriptos a Ucrania ni retorno del servicio obligatorio clásico, tanto sectores progresistas como nacionalistas exploran variantes más duras o más amplias de compromiso juvenil con la defensa o el servicio cívico.
El contexto europeo también pesa. Desde el inicio de la invasión rusa a gran escala en 2022, varios países han reactivado alguna forma de servicio militar o reforzado sus mecanismos de conscripción. Alemania decidió que, a partir del año próximo, todos los varones de 18 años deberán completar un cuestionario sobre su aptitud para servir, con el objetivo de incrementar de forma drástica el número de efectivos. Letonia y Suecia reintrodujeron el servicio en los últimos años, y Lituania lo había restablecido tras la anexión ilegal de Crimea en 2014. En ese marco, el “nuevo servicio nacional” francés aparece como una pieza más de un movimiento de rearmamento y aumento de la preparación social frente a un entorno estratégico mucho más hostil que el de la posguerra fría.
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