Estados Unidos anunció la venta a Taiwán de un avanzado sistema de misiles de defensa aérea, NASAMS, por un monto cercano a los 700 millones de dólares estadounidenses (911,6 millones de dólares singapurenses), según informó el Pentágono. Este paquete forma parte de una estrategia más amplia de Washington para reforzar la defensa aérea de la isla, especialmente en un momento de crecientes tensiones con China.

En este sentido, el sistema NASAMS es fabricado por RTX (anteriormente Raytheon) y es operado por pocos países en la región del Indo-Pacífico, hasta ahora solo Australia e Indonesia lo tienen desplegado. Según el contrato del Departamento de Defensa de Estados Unidos, se adjudicó un precio fijo para la producción de unidades NASAMS, y se estima que el trabajo concluirá en febrero de 2031. Este sistema demostró su eficacia en combate, ya que fue utilizado en Ucrania para interceptar misiles, drones y otras amenazas aéreas.
Para Taiwán, la llegada de los NASAMS representa un salto importante en su arquitectura de defensa aérea, brindándole una capa de protección de medio alcance que complementa sus capacidades existentes. El embajador estadounidense “de facto” en Taipéi, Raymond Greene, subrayó el significado político de la operación: “Debe quedar claro hoy y seguirá quedando claro en el futuro que los compromisos de Estados Unidos con Taiwán son inquebrantables. Respaldamos estas palabras con acciones en nuestra creciente cooperación industrial en materia de defensa”.
La venta llega poco después de otro paquete anunciado por EE.UU., por 330 millones de dólares, para la provisión de partes de aeronaves de combate a Taiwán. Sin embargo, este tipo de operaciones suscita preocupación en China, que condenó las ventas de armas estadounidenses a la isla y amenaza con tomar “medidas resueltas” para proteger su “soberanía e integridad territorial”.
Estados Unidos refuerza su papel de proveedor estratégico de Taiwán y aliados
Desde la perspectiva de Taiwán, este acuerdo refuerza su capacidad defensiva y también busca consolidar un sistema de defensa en capas que disuada posibles agresiones desde China. Al mismo tiempo, Estados Unidos reafirma su papel como proveedor estratégico de sistemas avanzados en una región disputada.
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