Nuevos reportes de seguridad en México y Estados Unidos profundizan la hipótesis que Escenario Mundial viene siguiendo desde julio: los carteles latinoamericanos no solo se entrenaron en Ucrania para manejar drones FPV, sino que ya están aplicando tácticas avanzadas importadas directamente del frente de guerra europeo. El reciente ataque con tres drones explosivos en Tijuana, dirigido contra la fiscalía estatal, muestra un nivel de planificación y ensamblaje que coincide con procedimientos utilizados por unidades ucranianas en Donetsk y Bajmut.

Fuentes de inteligencia mexicanas confirman que células vinculadas al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), incluida la unidad conocida como “Operadores Droneros”, ampliaron sus capacidades desde mediados de 2024 gracias a veteranos que regresaron de la Legión Internacional de Ucrania. Varios de ellos, según registros de inteligencia ucraniana, entrenaron en Leópolis, Donetsk y Járkov, donde aprendieron a ensamblar drones FPV, evitar interferencia electrónica y coordinar ataques aéreos con movimientos terrestres, una técnica que en 2024 solo se había visto en conflictos militares.
Las investigaciones recientes añaden un elemento clave: al menos un exintegrante de GAFE y tres excombatientes colombianos de las FARC participaron en esos programas de entrenamiento camuflados como voluntarios humanitarios, utilizando identidades falsas gestionadas por empresas fachada vinculadas al crimen organizado. Este grupo habría servido como instructores para las células mexicanas, transfiriendo conocimientos tácticos y protocolos de combate que difícilmente podrían adquirirse dentro de México.
El nivel de profesionalización se evidencia en el tipo de drones empleados. Los operativos del CJNG ya no dependen solo de modelos comerciales adaptados: han incorporado plataformas FPV con modificaciones avanzadas, sistemas de estabilización caseros y cargas explosivas diseñadas para maximizar daño a corta distancia. En ataques recientes se detectaron configuraciones similares a las vistas en Ucrania: explosivos con metralla industrial, detonadores remotos y uso de cámaras en primera persona para guiar los impactos. Estos métodos buscan superar blindajes ligeros, vulnerar convoyes y desorganizar operativos policiales, replicando la lógica de saturación aérea utilizada en el conflicto euroasiático.

La expansión de estas tácticas ya tiene repercusiones transfronterizas. Estados Unidos registra más de 1.000 intrusiones mensuales de drones en la frontera, muchas atribuibles al traslado de drogas sintéticas, vigilancia de posiciones de la patrulla fronteriza y pruebas de vuelo de drones modificados. NORTHCOM desplegó este mes un equipo de respuesta rápida con kits antidrones ante la posibilidad de que las organizaciones criminales utilicen drones explosivos cerca de instalaciones militares o puntos de entrada críticos.
Para analistas regionales, la convergencia entre tecnología barata, entrenamiento militar real y redes criminales transnacionales marca una nueva fase del conflicto. Los carteles están consolidando una capacidad híbrida, donde el uso de drones no es solo operativo, sino también propagandístico: videos editados al estilo de unidades ucranianas muestran disciplina táctica, insignias propias y participación de mujeres en roles de combate, un cambio cultural significativo dentro del crimen organizado.
La situación refuerza una preocupación que servicios de inteligencia de México, Ucrania y Estados Unidos comparten desde 2024: el conflicto ucraniano se convirtió en un laboratorio de guerra asimétrica cuyas tácticas se están exportando a redes criminales globales. Los carteles incorporan técnicas que les permiten ejecutar ataques con precisión militar sin necesidad de equipamiento costoso, un salto cualitativo que ya está modificando el equilibrio de poder entre el Estado y las organizaciones criminales en México y América Latina.
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