La Comisión Europea puso en marcha el proceso de ratificación del acuerdo comercial con el Mercosur, a pesar de la fuerte oposición de Francia. La iniciativa, anunciada recientemente por el Ejecutivo europeo, marca un paso decisivo para que la Unión Europea firme uno de sus pactos de libre comercio más ambiciosos con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Sin embargo, el tira y afloja con París evidencia que los desacuerdos internos podrían complicar su aprobación definitiva.

En este sentido, Bruselas intentó apaciguar las críticas francesas mediante nuevas salvaguardas para el sector agrícola europeo. En concreto, anunció un mecanismo legal para monitorear los volúmenes de importación y los precios de productos sensibles como la carne vacuna, el pollo, el azúcar y el arroz. Si se detectan perturbaciones de mercado, se podrá disparar una cláusula de defensa comercial. Esta promesa de protección llega luego de que el sindicato agrícola francés FNSEA advirtiera que “la lucha continúa” si sus reclamos no se atienden.
El presidente francés, Emmanuel Macron, fue uno de los más activos en su rechazo. Difundió su intención de formar una “minoría de bloqueo” dentro de la UE para frenar la ratificación, afirmando que el texto original del acuerdo pone en riesgo la “soberanía alimentaria” de Francia. Según Macron, los agricultores franceses no deben convertirse en la “variable de ajuste” de un tratado que beneficiará a productos sudamericanos más baratos.
Sin embargo, los hechos parecen jugar a favor de Bruselas. Para bloquear completamente la ratificación, se necesitaría que al menos cuatro países sumen un 35 % de la población de la UE en contra del tratado. Formar esa minoría de bloqueo se perfila como algo difícil de concretar.
La Unión Europea busca acelerar el acuerdo con Mercosur para fin de año
Varios Estados miembros ya mostraron su respaldo al acuerdo. Alemania, por citar un ejemplo, es uno de sus principales impulsores, y su argumento apunta a que el tratado diversificará mercados y reforzará la competitividad europea a nivel global. Más allá del ahorro estimado en aranceles –Bruselas calcula 4.000 millones de euros al año–, el pacto podría abrir mercados estratégicos a productos europeos de alto valor industrial.

Desde el ejecutivo europeo se busca acelerar el proceso y lograr la ratificación antes de fin de año, una fecha simbólica que coincidiría con la presidencia rotatoria del Mercosur bajo Luiz Inácio Lula da Silva. Pero no deja de ser menor que, pese a la intención, los riesgos persisten.












