El exdirector del Mossad, Yossi Cohen, volvió a instalar en el centro del debate la cuestión nuclear iraní al afirmar que los recientes ataques conjuntos de Estados Unidos e Israel fueron exitosos, los cuales habrían “borrado” la capacidad de enriquecimiento de uranio de Teherán. Las declaraciones, realizadas en una entrevista con Fox News, destacan que las operaciones habrían destruido instalaciones nucleares clave, defensas aéreas y bases de la Guardia Revolucionaria, al punto de dejar a Irán “en una posición muy diferente” y sin capacidad actual de enriquecer uranio.

“Iran ya no puede enriquecer uranio en este momento”, sostuvo, alineándose con declaraciones previas del expresidente estadounidense Donald Trump, quien también habló de instalaciones “barridas del mapa”. Cohen describió las acciones como un “gran éxito” que envía dos mensajes a Teherán: que Israel puede ejecutar operaciones de gran escala en coordinación con Estados Unidos y que estaría dispuesto a repetirlas si Irán intenta reiniciar su programa nuclear. “Los perseguimos hasta sus dormitorios en Teherán y otras ciudades”, subrayó.
Mensaje estratégico hacia Irán… y hacia la región
Más allá del contenido concreto de los daños —extremo difícil de verificar en tiempo real—, el discurso de Cohen cumple una función evidente: instalar la idea de que el programa nuclear iraní está temporalmente neutralizado y que cualquier intento de reconstrucción tendrá un costo altísimo. En términos de señal política, el exjefe del Mossad ubica la operación como un punto de inflexión en la postura de seguridad israelí y en la diplomacia regional. Al presentar el ataque como un “antes y después”, intenta reforzar la narrativa de que Israel mantiene libertad de acción estratégica frente a Irán, incluso más allá de sus fronteras inmediatas.
Cohen también apuntó al plano diplomático, reivindicando el rol de la administración Trump en la coordinación de los ataques y en los esfuerzos de mediación regional. Asimismo, enlazó la ofensiva con la tregua entre Israel y Gaza, que, según él, podría abrir espacio para una “reconstrucción de relaciones” en Medio Oriente.

Desde esta perspectiva, la destrucción de capacidades iraníes no solo se presenta como un movimiento defensivo, sino como parte de una reconfiguración más amplia del tablero regional, donde la presión militar se combina con incentivos diplomáticos y acuerdos de normalización. Además, Cohen mencionó específicamente a Arabia Saudita, al subrayar que el príncipe heredero Mohammed bin Salman se prepara para viajar a Washington a mantener conversaciones de alto nivel. Presentó esa posible visita como un hecho clave no solo para Riad, sino también “para nosotros en la región”, sugiriendo que la arquitectura de seguridad en Medio Oriente sigue girando en torno a la coordinación con Estados Unidos e Israel.
En paralelo, indicó que otros países de mayoría musulmana, entre ellos Indonesia, estarían mostrando interés en nuevas iniciativas de paz inspiradas en los Acuerdos de Abraham. A grandes rasgos, se trata de una lectura optimista que busca encuadrar la ofensiva contra Irán como una pieza de una estrategia más amplia: contener a Teherán, reforzar alianzas con monarquías del Golfo y sumar nuevos actores al círculo de normalización con Israel.
Dudas sobre la capacidad real de Irán y riesgo de nuevo ciclo de escalada
Históricamente, el programa nuclear iraní ha demostrado resiliencia, capacidad de reconstrucción y manejo sofisticado de la ambigüedad estratégica. Incluso golpes muy duros —como el virus Stuxnet, asesinatos selectivos de científicos o explosiones en instalaciones sensibles— no lograron desmantelarlo por completo.
En ese marco, las palabras de Cohen funcionan más como señal política y psicológica que como veredicto técnico definitivo. Para Israel, afirmar públicamente que el programa fue “borrado del mapa” refuerza la percepción de superioridad operativa; para Irán, admitirlo sería reconocer una vulnerabilidad inaceptable.
La otra cara del mensaje es el riesgo de un nuevo ciclo de escalada: si Teherán decide acelerar la reconstrucción de capacidades o responder de manera asimétrica —ya sea a través de sus aliados en la región o mediante ataques cibernéticos—, el escenario podría derivar en una espiral difícil de contener. Por ahora, el exjefe del Mossad ofrece la versión israelí más triunfalista en la que Irán estaría temporalmente neutralizado, Estados Unidos sigue siendo el socio indispensable y Medio Oriente podría dirigirse hacia una etapa de mayor normalización.
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