El 4 de noviembre de 1982, apenas cuatro meses después del conflicto del Atlántico Sur, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobaba la Resolución 37/9, uno de los hitos más trascendentes en la historia diplomática argentina sobre la Cuestión Malvinas. Aprobada por 90 votos a favor, 12 en contra y 52 abstenciones, la resolución no solo reafirmó la existencia de una disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido, sino que instó formalmente a las partes a reanudar las negociaciones para alcanzar una solución pacífica.

El contexto de la Resolución 37/9 fue especialmente complejo. Tras la derrota militar de junio de 1982, Argentina enfrentaba aislamiento internacional y cuestionamientos sobre su política exterior. Sin embargo, la diplomacia argentina ante Naciones Unidas, encabezada por la Misión Permanente en Nueva York y la Cancillería, logró recuperar la iniciativa política, reposicionando la Cuestión Malvinas como un tema de descolonización y no de autodeterminación.
Por primera vez, Estados Unidos votó a favor de una resolución de la ONU sobre las Islas, un gesto político de peso en el escenario internacional de posguerra. El texto aprobado en la 55ª sesión plenaria de la ONU, el 4 de noviembre de 1982, reafirmó principios fundamentales del derecho internacional: la inadmisibilidad del uso de la fuerza para adquirir o mantener territorios, y la obligación de las partes de resolver la controversia por medios pacíficos, en línea con la Carta de las Naciones Unidas y las resoluciones 2065 (XX) y 3160 (XXVIII) de la Asamblea General.
Según el documento original, la Asamblea General pidió a los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido reanudar negociaciones “a fin de encontrar, a la mayor brevedad, una solución pacífica a la disputa de soberanía”, además de encargar al Secretario General de la ONU ejercer una renovada misión de buenos oficios, asistiendo a las partes “en el cumplimiento de lo solicitado”, adoptando las medidas apropiadas. En paralelo, solicitó un informe anual sobre los avances del proceso e incluyó permanentemente la cuestión Malvinas en la agenda de la Asamblea General, y reafirmó que el mantenimiento de situaciones coloniales es “incompatible con el ideal de paz universal”.
Ejes fundamentales que consolidaron su vigencia
La Resolución 37/9 fue decisiva por tres razones que siguen vigentes más de cuatro décadas después:
- Reafirmó la disputa de soberanía, negando que el conflicto armado modificara su estatus legal.
- Encargó al Secretario General de la ONU una misión de buenos oficios que continúa en pie, aunque el Reino Unido mantiene su negativa a reanudar negociaciones.
- Negó el argumento británico de la autodeterminación, al no reconocer la existencia de un “pueblo” en las islas, aunque sí consideró necesario tener en cuenta los intereses de sus habitantes.

Esta distinción fue clave: la ONU no avaló la libre determinación de los isleños como principio aplicable al caso, dado que se trata de una situación colonial impuesta por ocupación, y no de un pueblo sometido a dominación extranjera. A 43 años de su adopción, la Resolución 37/9 continúa siendo una piedra angular de la política exterior argentina, y desde entonces el país ha mantenido una política de consistencia diplomática, reiterando cada año la necesidad de que el Reino Unido cumpla con el mandato de la ONU y retome las negociaciones bilaterales.
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