El secretario de Guerra de Estados Unidos, Pete Hegseth, confirmó la retirada de una brigada de infantería destacada en Rumania, en el marco de un proceso de reorientación militar global que busca priorizar el hemisferio occidental y el Indo-Pacífico. La decisión marca un nuevo paso en la estrategia de la administración Trump para reducir la presencia militar estadounidense en Europa y trasladar recursos hacia áreas consideradas de “mayor relevancia estratégica”. Según informó Euronews, el contingente de aproximadamente 800 efectivos será replegado a su base en Kentucky y no será reemplazado, lo que ha generado inquietud en las capitales europeas en medio de las tensiones con Rusia. La Casa Blanca señaló que la medida responde al pedido del presidente Donald Trump de que los aliados europeos incrementen su gasto en defensa y asuman un mayor protagonismo en la seguridad regional.

Exfuncionarios y analistas occidentales advirtieron que el retiro podría interpretarse como un mensaje político de descompromiso frente a la defensa europea. El exembajador de Estados Unidos ante la OTAN, Kurt Volker, afirmó que la decisión “no parece bien coordinada” y que “no es el mensaje que Washington necesita enviar a Moscú en este momento”.
El repliegue se produce mientras Rusia mantiene operaciones militares sobre Ucrania y continúa con incursiones aéreas y cibernéticas sobre países de la OTAN, incluyendo Polonia, Rumania y Dinamarca. Pese a las críticas, la Casa Blanca ratificó que “las partes relevantes fueron informadas” y que la medida se enmarca en un proceso más amplio de redistribución global de tropas que será detallado en una revisión estratégica prevista para 2026.

Del frente europeo al hemisferio occidental
La política de “repliegue selectivo” impulsada por Trump se basa en la premisa de que Europa debe asumir su propia defensa mientras Estados Unidos refuerza su presencia en el Caribe, América del Sur y el Pacífico. Según el exembajador Ivo Daalder, el gobierno estadounidense “se está alejando no solo de Europa, sino también del Medio Oriente y Asia, para enfocarse en el hemisferio occidental”.
En paralelo, Washington ha intensificado su presencia militar en el Caribe, desplegando más poder naval que en cualquier momento desde la Crisis de los Misiles de 1962, en el marco de operaciones contra el Tren de Aragua y el gobierno de Nicolás Maduro, acusado de liderar una red de narcotráfico regional. Esta nueva orientación deja a Europa en un proceso de rearme acelerado, mientras la OTAN busca equilibrar la retirada gradual de las fuerzas estadounidenses con mayores compromisos financieros de sus miembros.

Con esta decisión, la administración Trump confirma su doctrina hemisférica, priorizando el control de América Latina y el Caribe como zona de seguridad prioritaria de Estados Unidos. El giro estratégico implica un reposicionamiento del poder militar estadounidense frente a dos focos de atención: China como desafío estructural de largo plazo, y Rusia como amenaza inmediata en Europa del Este. A corto plazo, el retiro de tropas en Rumania podría interpretarse como una redistribución táctica, pero a largo plazo consolida un cambio doctrinario que redefine el equilibrio de poder global y deja a los aliados europeos ante el desafío de sostener su seguridad colectiva con menor respaldo norteamericano.
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