Una investigación de la Agencia Associated Press (AP) reveló que la CIA habría intentado reclutar al piloto personal del presidente venezolano Nicolás Maduro, en una operación secreta destinada a facilitar su captura o derrocamiento. El episodio, ocurrido entre 2024 y septiembre de 2025, salió a la luz pocos días después de que Donald Trump autorizara formalmente nuevas operaciones encubiertas de la agencia dentro de Venezuela, intensificando la tensión entre Washington y Caracas.

El 19 de septiembre, un Airbus presidencial despegó desde Caracas y regresó a los 20 minutos tras detectar una posible amenaza. La causa del giro abrupto habría sido una publicación en X (ex Twitter) de Marshall Billingslea, ex funcionario del Tesoro estadounidense, quien saludó públicamente el cumpleaños del general Bitner Villegas, piloto de confianza de Maduro. La publicación —acompañada por fotos del militar— habría alertado al presidente venezolano sobre un posible intento de infiltración.
Según el informe de AP, Villegas estaba en la mira del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y de un agente identificado como Edwin López, quien lo habría contactado en 2024 para ofrecerle dinero y protección a cambio de desviar la aeronave presidencial hacia territorio donde Estados Unidos pudiera detener a Maduro. Las conversaciones, verificadas por AP, muestran que el piloto nunca accedió a cooperar y que, tras el incidente, apareció junto al ministro del Interior venezolano reafirmando su lealtad al mandatario.
Operaciones encubiertas en terreno abierto
El intento fallido expuso la torpeza operativa y la pérdida de “negación plausible” que tradicionalmente caracterizaban las misiones de inteligencia de EE. UU. Según Annette Idler, especialista en seguridad internacional de la Universidad de Oxford, “lo inédito de esta escalada es que las acciones encubiertas se anuncian casi públicamente”. A diferencia de la Guerra Fría, cuando la Casa Blanca podía negar su participación en operaciones clandestinas, la actual administración expone abiertamente los movimientos de la CIA, usándolos como herramienta política interna para proyectar una imagen de “mano dura” ante el crimen y el narcotráfico.
El director de la CIA, John Ratcliffe, y el secretario de Estado Marco Rubio, son considerados los principales impulsores de esta línea dura en América Latina. Ambos integran el círculo de confianza de Trump y han colocado al régimen de Maduro como prioridad en la agenda de seguridad hemisférica. El caso evoca los métodos de la CIA en los años 60 y 70, cuando la agencia buscó derrocar gobiernos en Cuba, Chile, Nicaragua y Guatemala. El académico Luca Trenta, especialista en servicios de inteligencia en la Universidad de Swansea, recordó un episodio de 1960 en el que la CIA intentó sobornar a un piloto de Cubana de Aviación para derribar un avión con Raúl Castro a bordo. “Le ofrecieron 10.000 dólares y la educación de sus hijos si no sobrevivía. Al final, el piloto se negó y regresó ileso”, explicó Trenta, subrayando los paralelismos históricos.
La estrategia Trump: fuerza, espectáculo y riesgo
Para los expertos, el episodio refleja el nuevo enfoque de política exterior de Trump: mezclar operaciones reales con señales de poder orientadas al público doméstico. “El gobierno busca más el impacto simbólico que la efectividad estratégica”, señaló Idler a France 24. Hacer públicas las acciones de la CIA, lejos de fortalecer su eficacia, las convierte en instrumentos de comunicación política.

El investigador Trenta coincide: “La administración Trump tiene una comprensión rudimentaria de lo que significa proyectar poder. Para ellos se trata de golpear fuerte, y todo lo demás es espectáculo”. Mientras tanto, Caracas anunció haber frustrado un plan de la CIA para fabricar “operaciones de falsa bandera” que justificaran una intervención militar estadounidense.
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