Una nueva operación policial en Río de Janeiro se convirtió en la más letal registrada en Brasil, superando incluso al histórico “Massacre del Carandiru” de 1992. Con más de 100 personas muertas, el operativo —realizado en las favelas del Complexo da Maré y de Vila Cruzeiro— volvió a colocar en el centro del debate la política de seguridad pública del país y el uso de la fuerza por parte de las fuerzas policiales.

El operativo fue coordinado por la Policía Militar de Río de Janeiro y contó con apoyo de la Policía Federal y de unidades de élite, bajo el argumento de desarticular organizaciones vinculadas al narcotráfico y a milicias armadas. Fuentes oficiales aseguraron que la operación se inició tras meses de inteligencia y seguimiento de líderes criminales que controlaban puntos estratégicos de tráfico de drogas en la zona norte de la ciudad.
Sin embargo, testimonios de vecinos y organizaciones sociales denuncian que gran parte de los muertos eran civiles y que hubo ejecuciones sumarias y uso indiscriminado de la fuerza en áreas densamente pobladas. La Defensoría Pública del Estado y la Fiscalía de Río de Janeiro anunciaron la apertura de investigaciones para determinar responsabilidades.
Supera al Carandiru: una herida abierta en la memoria brasileña
Hasta ahora, el operativo policial más letal de Brasil había sido el Massacre del Carandiru, ocurrido en São Paulo en 1992, cuando una intervención penitenciaria dejó 111 presos muertos. El hecho marcó un punto de inflexión en la historia de la violencia institucional del país y continúa siendo un símbolo de la impunidad policial.
La operación de esta semana supera esa cifra, lo que la convierte en un nuevo punto crítico en la relación entre el Estado brasileño y las comunidades periféricas. Además, promovió el debate sobre la seguridad pública y la militarización. Expertos en seguridad consultados por medios locales advirtieron que el modelo de “guerra contra el crimen” implementado en varios estados brasileños está generando un círculo vicioso de violencia, con operativos cada vez más letales y escasos resultados estructurales.

En palabras del investigador y exsecretario de Seguridad Pública, Luiz Eduardo Soares, “Brasil sigue aplicando una política de enfrentamiento bélico a un problema social y económico”. En el Congreso, parlamentarios de la oposición reclamaron una revisión del modelo operativo de las policías y exigieron la creación de una comisión investigadora federal. El ministro de Justicia, en cambio, defendió el accionar de las fuerzas, asegurando que “el Estado no puede ceder territorio al crimen organizado”.
Reacción internacional y preocupación por los derechos humanos
Diversas organizaciones internacionales, entre ellas Human Rights Watch y Amnistía Internacional, expresaron su preocupación por el número de víctimas y pidieron una investigación independiente. El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos calificó el caso como “alarmante” y advirtió sobre el patrón de violencia policial sistemática en América Latina, donde Brasil, México y Venezuela concentran los mayores índices de muertes en operaciones de seguridad.

La escalada de violencia en las favelas de Río refleja un fenómeno más amplio en la región: la expansión del crimen organizado, la debilidad institucional y la creciente militarización de la seguridad interna. El aumento de los enfrentamientos armados, la ausencia de políticas sociales sostenibles y la falta de rendición de cuentas consolidan un escenario de inseguridad crónica y fragmentación territorial.
Para los especialistas, sin una reforma profunda de las fuerzas de seguridad y una estrategia interinstitucional de inclusión social, el Estado brasileño continuará enfrentando un conflicto interno que ya excede los límites del orden público y toca la fibra misma de su democracia.
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! Operación muy bien hecha! Felicitaciones a las autoridades brasileñas que siguen en una lucha sin fin para mantener el estado de cosas lo más seguro posible.
El culpable de toda esa sangría en parte es la propia población que acepta los criminales y vive a custa de ellos, outra parte de la culpa cabe al Estado brasileño que negligencia lo básico a los pobres de aquella zona.
Peor todavía es las palabras del presidente Luis Inácio Lula da Silva que dijo que los traficantes de droga son víctimas de la sociedad…con es charla, ese cerdo dió por así decirlo ” carta blanca” para los criminales salirse con la suya.
Sgt Moreno
(perdón por mi mal español)