Donald Trump inició una gira por Asia que pone el foco en fortalecer la posición estratégica de Estados Unidos en el Indo-Pacífico. En Japón, tras arribar desde Malasia, firmó junto a la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, un acuerdo para asegurar el suministro de minerales críticos y tierras raras, elementos que Washington considera esenciales para su liderazgo tecnológico y militar.

Según la Casa Blanca, el pacto “asistirá a ambos países en lograr la resiliencia y la seguridad de las cadenas de suministro”. Este acuerdo contempla que Estados Unidos y Japón identifiquen proyectos conjuntos para abordar brechas en la cadena de valor de minerales, incluidos imanes permanentes, baterías, catalizadores y materiales ópticos. Además, ambas partes “movilizarán el apoyo del gobierno y del sector privado” para asegurar una cooperación sostenida.
Durante su intervención, Trump destacó que EE.UU. mantiene “una alianza al nivel más fuerte” con Japón, mientras Takaichi calificó su gobierno como el inicio de una “era dorada” en la relación bilateral. Pero la visita tiene un trasfondo de urgencia geoestratégica: China domina más del 90 % de la refinación de tierras raras y ha incrementado sus controles de exportación. El pacto EE.UU.–Japón se interpreta como un contrapeso directo ante Beijing.
Trump prepara el terreno para su reunión con Xi Jinping
Antes de partir hacia Corea del Sur para reunirse con Xi Jinping, Trump aprovechó el encuentro para abordar también la cuestión de los ciudadanos japoneses secuestrados por Corea del Norte, y comprometió el apoyo estadounidense al resolver este tema de décadas de antigüedad.

La gira asienta una doble apuesta: por un lado, revitalizar la alianza con Japón en términos políticos, militares y económicos; por otro, preparar el terreno para una negociación con China que incluya no solo aranceles, sino el acceso a materias primas estratégicas. El resultado de estos encuentros probablemente definirá el equilibrio de poder y las cadenas de suministro en Asia por la próxima década.
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