La inesperada renuncia del canciller Gerardo Werthein, anunciada pocos días antes de las elecciones legislativas del 26 de octubre, constituye un terremoto en la política exterior de la administración del presidente de Argentina, Javier Milei. Werthein, que había sido designado en octubre de 2024 y permanecía apenas un año en el cargo, dejó su puesto “efectivo a partir del próximo lunes” según la Casa Rosada, motivado por tensiones internas y múltiples cuestionamientos a su gestión.

Entre los factores que precipitaron la salida se menciona su alineamiento total con Estados Unidos e Israel, lo que se tradujo en decisiones exteriores polémicas —como el retiro anunciado de Argentina de la World Health Organization (OMS) en febrero de 2025— y el distanciamiento de foros regionales tradicionales. Esta línea llevó a hablar de una “diplomacia de pivoteo rápido” que se apartaba del multilateralismo histórico del país y dedicaba el foco diplomático a Washington y Tel Aviv.
Cierre del ISEN y traslados escandalosos
A su vez, la gestión de Werthein quedará marcada por el anuncio —y en buena parte incertidumbre— sobre el cierre del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), institución clave para la formación del cuerpo diplomático argentino. El instituto, fundado en 1963, es visto como pilar de continuidad en la política exterior estatal. Su suspensión del proceso de ingreso en 2025 provocó fuertes críticas internas y externas.

La tensión también se manifestó en el escándalo de traslados masivos de diplomáticos: apenas días antes de su salida, Werthein firmó una resolución de 83 traslados a embajadas de alto perfil —desde Shanghái a Miami— por un monto estimado en unos US$ 2 millones. La conducción del gobierno anunció una revisión caso por caso de esos nombramientos. Esta maniobra profundizó la percepción de una Cancillería con fuerte concentración de autoridad en el titular del área y de movimientos que no siempre respetaban las prácticas de rotación y mérito anteriores.
Ahora sin Werthein, ¿Milei tendrá que barajar y empezar de nuevo?
Lo cierto es que el contexto económico agrava aún más toda esta situación. El Gobierno de Milei enfrenta críticas por los ajustes fiscales, la inflación persistente y una caída de popularidad. La política exterior se convirtió en un factor adicional de tensión cuando se informó que un acuerdo económico con Washington —parte del rescate financiero al país— estaba condicionado al resultado electoral argentino, lo que generó dudas sobre la independencia diplomática.

Con la renuncia de Werthein arrancó lo que muchos interpretan como el primer paso de una reconfiguración mayor que implica cambios en el gabinete, personal diplomático y estrategia exterior. La pregunta clave para Argentina ahora es si se revertirá la centralidad de EE. UU. e Israel en su política exterior, si se recuperará el multilateralismo regional o si se seguirá consolidando un modelo “por alineación” que suscitó críticas en el cuerpo diplomático y en sectores de la oposición.
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