China y Estados Unidos vuelven a disputar el liderazgo en el Indo-Pacífico con nuevos ejercicios militares que apuntan directamente al equilibrio regional y a la defensa de Taiwán. Las maniobras multinacionales lideradas por Washington en el mar de Filipinas buscan reforzar la interoperabilidad con aliados y la disuasión frente a Pekín, mientras los últimos indicios sobre apoyo chino a Rusia, controles de exportación de minerales críticos y ajustes en la defensa taiwanesa confirman que la competencia estratégica se libra en varios frentes a la vez.
Ejercicios conjuntos elevan la apuesta de poder en el mar de Filipinas
El ejercicio bianual Annual Exercise se desarrolló el 20 de octubre en el mar de Filipinas con unas 20 naves y 20 aeronaves de Estados Unidos, Japón, Australia, Canadá, Francia y Nueva Zelanda. Según la 7ª Flota, el foco estuvo en comunicaciones marítimas, guerra antisubmarina y aérea, y reabastecimiento en el mar, consolidando la interoperabilidad para sostener una “región libre y abierta”. Las imágenes oficiales mostraron F-35B del USMC y F-35C de la US Navy en formación, además del destructor USS Shoup, el crucero USS Robert Smalls y un submarino, en un mensaje directo a Pekín respecto de sus actividades cerca de Japón, Taiwán y Filipinas.

El contexto amplifica el gesto: Tokio y Nueva Delhi habían ensayado días antes al oeste de Kyūshū con operaciones antisuperficie, antisubmarinas y antiaéreas, subrayando la convergencia Indo-Pacífica. Para Washington, el objetivo es revitalizar la “island chain strategy” y elevar el umbral de costo de cualquier intento chino de cambiar el statu quo por la fuerza (Taiwán, mar de China Meridional y Senkaku/Diaoyu). En clave operacional, Annual Exercise combina presencia sostenida y capacidad de respuesta rápida para proyectar poder, cerrar brechas de coordinación y exhibir que la disuasión sigue siendo creíble.
Las nuevas reglas del juego en el tablero China–Taiwán
El pulso estratégico se extiende más allá del Estrecho: datos de comercio sugieren un salto en exportaciones chinas de componentes para drones de fibra óptica a Rusia, reforzando sus operaciones en Ucrania; en paralelo, Pekín amplió controles de exportación sobre tierras raras y tecnologías asociadas, recordándole a Estados Unidos su dependencia crítica. En Taiwán, el Ministerio de Defensa perfiló una defensa asimétrica (movilidad, volumen y supervivencia), y el presidente Lai anunció el concepto “T-Dome” para integrar defensas antiaéreas, antimisiles y antidrones. Estos movimientos, sumados a señales políticas (elección en el KMT, debate surcoreano de “dos Estados”), describen una competencia multidominio donde economía, tecnología y doctrina militar se retroalimentan.

Para Taiwán, el talón de Aquiles es energético: juegos de guerra externos estiman que un bloqueo podría agotar reservas de GNL en días y reducir drásticamente la generación eléctrica en semanas, de allí el presupuesto especial para resiliencia (combustibles, reservas dispersas y compras de emergencia). Mientras tanto, la guerra cognitiva de Pekín apunta a mermar la confianza en instituciones militares taiwanesas con “bounties” y campañas de infiltración; Taipéi responde con más filtros de seguridad y persecución del espionaje. El resultado: en el Indo-Pacífico, China combina presión económica, informativa y militar, y Taiwán acelera un giro asimétrico para sostener su disuasión, manteniendo a Estados Unidos y socios alineados en el centro de gravedad regional.
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Pentagon to use $130 million anonymous donation to help pay troops
The amount is less than a day’s worth of salaries. Fiscal policy experts say the move also raises legal questions.
Que tipo de régimen es el que permite esto?