Brasil discute habilitar la creación de armas nucleares, prohibida por su constitución, y convertirse en el primer país de América Latina con capacidad de destrucción masiva.
Las tensiones geopolíticas que se suceden con velocidad en el mundo no pasan desapercibidas en Brasilia, donde políticos de distintos colores -incluyendo el propio gobierno de Lula da Silva– hablan de la necesidad de una carrera armamentística. Tampoco faltan quienes, en este contexto, quieren dotar a Brasil de poderío nuclear. En caso de contar con el mismo, el país vecino se uniría al grupo de nueve naciones que poseen esta capacidad: Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.

Hay que recordar que, si bien Brasil posee las centrales nucleares Angra 1 y Angra 2, y está construyendo Angra 3 con su empresa estatal Eletronuclear, la constitución sancionada en 1988 establece que su desarrollo de esta tecnología no puede tener fines armamentísticos, algo que ya está siendo puesto en discusión por diversos actores.
El plan para que Brasil tenga armamento nuclear
La Cámara de Diputados es el escenario del que podría arribar una modificación constitucional que permita a Brasil utilizar su entramado nuclear para desarrollar armas de destrucción masiva.
El legislador Kim Kataguiri, del partido conservador União, promueve una propuesta de enmienda a la Constitución (PEC) que permitiría avanzar con este proceso. La “PEC de la bomba atómica”, como es llamada popularmente esta medida, también prevé retirar al país de todos los tratados de no proliferación nuclear en los que es signatario. Entre ellos está el Tratado de Tlatelolco, un acuerdo histórico firmado en 1967 que consolidó a América Latina como la primera zona libre de armas nucleares del mundo.

De acuerdo al diputado, el mundo atraviesa un proceso acelerado de “reconfiguración geopolítica”, donde las amras nucleares son utilizadas como “instrumentos de negociación política”. En este contexto, según Kataguiri, la defensa de Brasil reposa en “alianzas internacionales y garantías diplomáticas frágiles”, por lo que su PEC propone dotar al país de armas de destrucción masiva como medio de disuasión de amenazas.
Aunque todavía se encuentra en la instancia de recolección de firmas de legisladores para poder presentar el proyecto de reforma constitucional, sus palabras no se generan en un vacío. En el tiempo reciente, algunos de los ministros del propio gobierno han hablado sobre la necesidad de encarar una reforma constitucional, permitiendo este tipo de armas.
Así lo dijo el ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, en una reciente audiencia con la comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional de la Cámara de Diputados brasilera. En este marco, el funcionario de Lula da Silva declaró que “sólo será respetado en el mundo aquel que tenga soberanía nuclear”.

“La Constitución vedó [la posibilidad de tener armas nucleares] y nosotros respetamos, pero sólo será respetado en el mundo quien tenga soberanía nuclear”, dijo Silveira a mediados de mes. “Entonces, va a llegar el momento en que nuestra constitución, estoy convencido, va a tener que ser revisada, porque nosotros tenemos la cadena nuclear completa y vamos a tener que considerarla, inclusive, para la defensa”.
En septiembre, Silveira fue aún más explícito, vinculando este tipo de disuasión con la preservación de los recursos naturales del país: “Con tantas riquezas, tenemos que planear utilizar esta fuente [nuclear] para fines de defensa nacional”.
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