En la antesala de la reunión entre Javier Milei y Donald Trump en la Casa Blanca, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, lanzó nuevas críticas contra China, acusando a Pekín de intentar “debilitar la economía global” mediante restricciones a la exportación de minerales críticos. Las declaraciones, realizadas en una entrevista exclusiva con el Financial Times, vuelven a tensar la disputa comercial entre Washington y Pekín y reafirman el eje político del actual gobierno estadounidense: proteger la cadena tecnológica occidental frente al avance chino.
Tensiones previas a la cumbre de Washington
Según Bessent, las nuevas medidas chinas —que prohíben la exportación de tierras raras para uso militar— evidencian “la fragilidad de su economía” y un intento de “arrastrar a todos los demás con ellos”.
El funcionario sostuvo que China atraviesa “una recesión o depresión” y busca exportar su salida de la crisis, mientras “empeora su posición en el mundo”.

Las restricciones, anunciadas por Pekín el 9 de octubre, afectan insumos esenciales para la fabricación de componentes tecnológicos y sistemas de defensa, como los imanes utilizados en cazas F-35, misiles Tomahawk y bombas guiadas. La respuesta de Trump fue inmediata: tarifas del 100 % a las importaciones chinas desde el 1.º de noviembre y una advertencia de que podría cancelar su encuentro con Xi Jinping durante la cumbre del APEC en Corea del Sur.
El endurecimiento del discurso contra China se produce antes del encuentro oficial entre Milei y Trump, un hito que consolida la reconfiguración del vínculo entre Argentina y Estados Unidos.

La Casa Blanca considera a Buenos Aires un nuevo socio estratégico en materia de energía, datos y seguridad tecnológica, especialmente tras la confirmación del megaproyecto Stargate Argentina, impulsado por OpenAI y Sur Energy en la Patagonia.
Fuentes diplomáticas consultadas en Washington señalaron que la reunión Milei–Trump servirá para formalizar el ingreso argentino en la estrategia de infraestructura crítica occidental, una línea que incluye la expansión de centros de datos, el control de minerales estratégicos y la reducción de la influencia china en América del Sur.
La ofensiva verbal de Bessent, en este sentido, anticipa el tono que dominará la cumbre: una agenda económica con trasfondo geopolítico, donde la inteligencia artificial, la energía y las cadenas de suministro se consolidan como los nuevos ejes del poder global.
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