El apoyo militar indirecto de Pekín a Moscú se sostiene en bienes de doble uso, pero su alcance real depende de las sanciones secundarias y de las cadenas de exportaciones chinas vulnerables a la elusión europea. Los datos muestran un salto en computadoras y equipos de fabricación electrónica en 2023, seguido por una caída en 2024 cuando Washington sancionó bancos chinos, lo que evidencia que existe una palanca de la UE aún infrautilizada.
Del auge 2022–2023 al punto de inflexión 2024
Tras la invasión a gran escala de 2022, las exportaciones chinas de bienes de doble uso a Rusia superaron los 5.000 millones de dólares en 2023, con especial concentración en computadoras y equipos para la fabricación electrónica. Este flujo sostuvo el esfuerzo bélico ruso y profundizó la dependencia estructural de Moscú respecto a insumos y tecnologías de origen chino en sectores estratégicos como maquinaria y electrónicos.

El punto de inflexión llegó en 2024: las ventas chinas de doble uso no solo cedieron a corto plazo, sino también a mediano, inmediatamente después de las sanciones secundarias de EE.UU. a instituciones financieras chinas en diciembre de 2023. La reacción de Pekín, recalibrando envíos sensibles, prueba que el apoyo no es ilimitado cuando sube el costo financiero y reputacional, y que las redes logísticas que alimentan a Rusia son permeables a la coerción económica bien dirigida.
El talón de Aquiles de la cadena chino-rusa
China no es autosuficiente en numerosos rubros de bienes de doble uso; para más de un tercio de las categorías, la UE representa más del 30% de sus importaciones (alrededor de 57.000 millones de dólares en 2024), y en algunas (por ejemplo radionavegación o miras telescópicas) supera el 50%. Esta dependencia crea una palanca de la UE: restringir exportaciones críticas a China en segmentos de alto riesgo puede tensionar su capacidad de sostener a Rusia, obligando a Pekín a priorizar su demanda interna y recortar reexportaciones sensibles.

El riesgo de trasbordo es tangible: la evidencia muestra que la elusión europea de controles se concentra en China y Hong Kong (aproximadamente el 80% de los casos), con patrones donde el volumen exportado por China a Rusia se aproxima a lo que importa desde la UE en el mismo rubro. Para Europa, la receta es combinar controles de exportación más finos, sanciones secundarias selectivas y monitoreo de cadenas, cerrando rutas de elusión sin romper el comercio legítimo. La experiencia de 2024 sugiere que una estrategia calibrada sí cambia el comportamiento chino.
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