El Pentágono busca acelerar la producción de misiles tras constatar una caída drástica en sus reservas debido al suministro constante de armamento a Ucrania e Israel. Washington pretende duplicar o incluso cuadruplicar la fabricación de 12 tipos de misiles, entre ellos los Patriot, THAAD, Standard Missile-6 (SM-6) y misiles de crucero de ataque conjunto (JASSM). El objetivo: recomponer su capacidad de disuasión ante un eventual conflicto con China. Sin embargo, especialistas advierten que el plan es logísticamente inviable sin una inversión masiva y nueva infraestructura industrial.
“Incluso con los fondos adecuados, duplicar la producción llevaría al menos dos años; cuadruplicarla, más de cuatro”, estimó Mark Cancian, del Center for Strategic and International Studies. El analista militar Mike Fredenburg coincidió en que “el complejo militar estadounidense sigue en modo de paz” y no está preparado para un salto productivo de esta magnitud.
La presión sobre la base industrial de defensa
Según cálculos recientes, Estados Unidos habría consumido un tercio de sus misiles SM-3, 17% de los SM-6 y una cuarta parte de los interceptores THAAD desde 2023, principalmente en operaciones vinculadas a Ucrania, Israel, Irán y Yemen. Este nivel de uso superó la capacidad de reposición de la industria, que ya enfrenta retrasos en la producción de munición convencional de 155 mm.
El Congreso aprobó este año un paquete de USD 25.000 millones en cinco años para reabastecer arsenales, pero expertos sostienen que la cifra es insuficiente. “El Pentágono necesitará decenas de miles de millones adicionales si pretende alcanzar los niveles de producción que propone”, afirmó Fredenburg. El costo por misil es elevado: un Patriot PAC-3 supera los USD 5 millones, mientras un SM-6 ronda los USD 4,3 millones.

Debate estratégico: priorizar intereses propios
Más allá de la cuestión industrial, analistas advierten que Washington debería reevaluar sus compromisos externos. “Estados Unidos ha desperdiciado demasiados misiles en conflictos que no afectan directamente a su seguridad nacional”, afirmó Jennifer Kavanagh, investigadora del think tank Defense Priorities. Según la experta, “aumentar la producción solo para volver a exportar armas a guerras ajenas sería un uso ineficiente de recursos”.
El desafío para el Pentágono es equilibrar el apoyo militar a sus aliados con la necesidad de restaurar su capacidad de defensa nacional. Sin nuevos contratos, plantas adicionales y formación de personal especializado, el plan de reabastecimiento de misiles seguirá siendo aspiracional más que realista.
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