Moscú advirtió este miércoles que destruirá misiles de crucero Tomahawk y sus posibles emplazamientos de lanzamiento en caso de que Estados Unidos los suministre a Ucrania, según declaraciones reproducidas por la agencia estatal RIA y cubiertas por Reuters. El mensaje lo formuló Andrei Kartapolov, jefe del comité de defensa de la Duma y ex viceministro de Defensa, quien adelantó que la respuesta rusa sería “dura, ambigua, medida y asimétrica” contra quienes provean y empleen esos sistemas.
La amenaza llega en un momento de deliberación en Washington. El presidente Donald Trump dijo recientemente que antes de autorizar la entrega quisiera conocer el uso previsto por Kiev, porque no desea escalar el conflicto; sin embargo, admitió que ha “más o menos tomado una decisión”.

Desde Moscú sostienen que cualquier entrega sería un cambio cualitativo en la guerra y que podrán neutralizar los misiles y destruir sus plataformas de lanzamiento con misiles y drones, además de buscar represalias que “perjudiquen” a quienes los hayan facilitado.
Capacidad rusa para neutralizar Tomahawk y riesgos operativos
Kartapolov afirmó que los Tomahawk no modificarían fundamentalmente el equilibrio sobre el terreno si se envían en números reducidos —“decenas, no cientos”—, pero advirtió que Rusia conoce bien la trayectoria y modos de empleo de esos misiles y que posee capacidades de defensa aérea probadas en Siria para interceptarlos.
En la práctica, la eficacia de cualquier paquete de Tomahawk dependería de la cantidad, de la protección de los emplazamientos de lanzamiento y de la integración logística en sistemas de tiro que, según Moscú, serían detectables y por tanto vulnerables.

El anuncio ruso subraya un dilema operativo para Kiev y sus aliados: los Tomahawk ofrecen una mayor precisión de largo alcance para atacar infraestructuras críticas y centros de comando, pero su utilidad se reduce si el adversario puede detectarlos y neutralizar las plataformas o las rutas de reabastecimiento.
Además, como apuntan analistas militares, la entrega de sistemas de esta naturaleza incrementa el riesgo de una respuesta asimétrica de Rusia que puede ir desde ataques selectivos contra buques y bases en la región hasta acciones cibernéticas o diplomáticas destinadas a penalizar a los proveedores.
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