La administración de Donald Trump aprobó que las agencias de inteligencia y el Pentágono compartan con Kiev datos de targeting para ataques con misiles de largo alcance contra refinerías, oleoductos, centrales eléctricas y otros nodos energéticos dentro del territorio ruso. Se trata del primer aval explícito de Washington para asistir ataques profundos contra infraestructura crítica rusa, un giro que llega cuando las gestiones de paz impulsadas por la Casa Blanca están estancadas.
El paquete en evaluación incluye, además, autorizar a aliados de la OTAN a brindar apoyos similares y estudiar el envío de armas de mayor alcance —entre ellas Tomahawk— que ampliarían el menú de blancos más allá de la frontera, aunque aún no hay decisión final. En paralelo, EE.UU. ya aprobó la venta de municiones de ataque de alcance extendido (ERAM) para lanzamientos desde el aire. Volodímir Zelenski pidió formalmente los Tomahawk a Trump en su reunión de septiembre en Nueva York.
Señales a Moscú y respaldo europeo
El Kremlin reaccionó con cautela. El portavoz Dmitri Peskov dijo que Moscú “analiza cuidadosamente” las declaraciones y planteó la cuestión de quién proveerá la designación de blancos si los misiles llegan a Ucrania, aunque también minimizó que los Tomahawk cambien por sí solos la dinámica en el frente.

En Europa, la medida fue bien recibida. El general Joachim Kaschke, responsable de la ayuda militar alemana a Kiev, sostuvo que la lógica operacional exige cortar las líneas logísticas rusas para sostener el frente: “para mantener la línea, hay que golpear profundo”. Berlín viene financiando la expansión industrial ucraniana para capacidades de deep strike.
Implicancias estratégicas y reglas de empleo
Hasta ahora, Washington había impuesto revisiones caso por caso sobre los ATACMS y vetó su uso contra blancos en Rusia desde fines de la primavera boreal, en busca de margen para negociaciones. El giro —ampliar inteligencia compartida y permitir vectores de mayor alcance— apunta a estresar la defensa aérea rusa, encarecer el esfuerzo bélico del Kremlin y reducir ingresos energéticos en vísperas del invierno.
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