El presidente Donald Trump aprobó un plan que marca un giro en la asistencia estadounidense a Ucrania: la Casa Blanca habilitó un acuerdo de intercambio de inteligencia que permitirá a Kiev llevar a cabo ataques con misiles y drones contra infraestructura energética en el interior de Rusia, según reveló The Wall Street Journal. Se trata de una medida inédita, ya que por primera vez Washington facilitaría operaciones de largo alcance contra objetivos dentro del territorio ruso.

Fuentes citadas por el medio estadounidense precisaron que el Pentágono y agencias de inteligencia de Estados Unidos colaborarán en la identificación de refinerías, oleoductos y otras instalaciones críticas para el financiamiento y sostenimiento del esfuerzo bélico del Kremlin. Además, la administración Trump habría solicitado a los aliados de la OTAN en Europa que compartan información similar con Kiev, consolidando así un esquema de cooperación militar más profundo.
Inteligencia y misiles de largo alcance en debate
Hasta el momento, Washington había respaldado operaciones defensivas y ataques limitados con armamento de alcance medio. Sin embargo, la nueva política abre la puerta a un salto cualitativo: la administración analiza también proveer a Ucrania de misiles de mayor alcance, como los Tomahawk y los Barracuda, capaces de impactar a más de 500 millas de distancia.

La decisión aún no está cerrada, pero el tema estuvo sobre la mesa durante un encuentro reciente entre Trump y el presidente Volodímir Zelenski en Washington. Según fuentes de The Post, el mandatario ucraniano solicitó formalmente la compra de misiles Tomahawk, con un rango de hasta 1.500 millas, lo que permitiría a Ucrania alcanzar incluso Moscú. Actualmente, las armas más potentes entregadas por Estados Unidos a Kiev son los misiles ATACMS, con un alcance de 190 millas.
Una ayuda en el marco de negociaciones estancadas
La ampliación de la cooperación militar ocurre en un contexto de negociaciones de paz bloqueadas entre Kiev y Moscú. Trump, que en los primeros meses de su gestión buscó un papel mediador, parece inclinarse ahora hacia un respaldo más robusto a Ucrania, con el objetivo de presionar al Kremlin mediante la erosión de sus recursos estratégicos.

En agosto, la administración ya había autorizado la venta de más de 3.000 Extended Range Attack Munitions (ERAM), con un alcance de hasta 280 millas. La nueva iniciativa, sin embargo, coloca a Washington en una posición más directa en el conflicto, al facilitar inteligencia para ataques que trascienden el frente de combate y se adentran en territorio ruso.
Riesgos de escalada
El eventual suministro de misiles de largo alcance genera preocupación en sectores del establishment militar y diplomático estadounidense, que temen una escalada directa con Rusia. Los especialistas advierten que este tipo de operaciones pueden interpretarse como una intervención ofensiva y no solo como apoyo a la defensa ucraniana.
Aun así, la administración Trump parece apostar a que debilitar la capacidad energética rusa reducirá la capacidad de Moscú para sostener la guerra en Ucrania. La estrategia combina presión económica, aislamiento diplomático y ahora cooperación operativa con el objetivo de modificar el equilibrio en el terreno.
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