El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que los agricultores de soja estadounidenses están siendo perjudicados por las políticas de negociación de China, que “no está comprando” el producto como se había acordado en pactos comerciales anteriores. En una publicación en su cuenta de Truth Social, el mandatario prometió destinar parte de la recaudación por aranceles para apoyar al sector agrícola y afirmó: “Nunca vamos a dejar a nuestros granjeros atrás”.

Trump apuntó contra su antecesor, Joe Biden, a quien acusó de no haber hecho cumplir el acuerdo con China que contemplaba compras multimillonarias de productos agrícolas, “en particular soja”. El republicano insistió en que la relación comercial puede reconducirse, pero bajo su gestión y con un enfoque más duro frente a Pekín.
La soja, un eje central en la guerra comercial
Las tensiones por la soja no son nuevas. El cultivo es uno de los principales productos agrícolas de exportación de Estados Unidos, con China como su mayor comprador histórico. Sin embargo, la guerra comercial iniciada en 2018 y los posteriores aranceles aplicados a bienes chinos interrumpieron el flujo comercial, obligando a Washington a subsidiar al sector.

En su mensaje, Trump dejó claro que la soja será un tema central en la próxima reunión con el presidente Xi Jinping, prevista dentro de cuatro semanas. Según el mandatario, este será un punto clave en la renegociación de las condiciones comerciales bilaterales, en un contexto donde las disputas tecnológicas y agrícolas se entrelazan cada vez más en la rivalidad entre ambas potencias.
Contexto económico y político
El sector agrícola estadounidense ya se vio beneficiado durante la primera administración Trump con subsidios de compensación por las pérdidas generadas en la guerra arancelaria con China. Ahora, con el precio internacional de la soja en niveles volátiles y la creciente competencia de países como Brasil y Argentina, el discurso presidencial apunta a reasegurar el voto rural de cara al escenario político interno.

Por su parte, China continúa utilizando la compra de commodities como herramienta de presión y negociación, alternando entre distintos proveedores para reducir su dependencia de Estados Unidos. La posibilidad de que la soja vuelva al centro de la agenda bilateral subraya cómo los productos agrícolas se convirtieron en instrumentos de política exterior y en parte de la disputa estratégica global.
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