El gobierno de Irán confirmó que en los próximos días comenzará la deportación de cientos de ciudadanos iraníes desde Estados Unidos, con un primer grupo de 120 personas que sería trasladado en un vuelo con escala en Qatar. La medida, aún no reconocida formalmente por Washington, se produce en un clima de máxima fricción bilateral tras los bombardeos estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes en junio.
La vocera de la Casa Blanca, Abigail Jackson, respaldó la decisión y aseguró que la administración de Donald Trump está “comprometida a cumplir la promesa presidencial de llevar a cabo la mayor operación de deportación masiva de inmigrantes ilegales en la historia”. De acuerdo con cifras oficiales, hasta 400 iraníes serían enviados de regreso a Teherán, la mayoría detenidos tras cruzar ilegalmente la frontera con México.

Cambio drástico en la política migratoria
El anuncio marca un quiebre respecto de la práctica histórica estadounidense de otorgar asilo a disidentes y perseguidos iraníes desde la Revolución Islámica de 1979. Solo en el año fiscal 2024, las autoridades estadounidenses deportaron a 20 ciudadanos iraníes, mientras que el 41% de las solicitudes de asilo fueron aprobadas, una tasa superior al promedio general. En contraste, las nuevas directrices apuntan a un endurecimiento absoluto de la política migratoria.
El funcionario iraní Hossein Noushabadi, director general de Asuntos Parlamentarios del Ministerio de Exteriores, aseguró que la decisión fue tomada de manera unilateral por Washington y que “no hubo consultas previas con Teherán”. Sin embargo, el New York Times citó a fuentes iraníes anónimas que sugieren que las deportaciones serían el resultado de meses de conversaciones discretas entre ambos gobiernos.

Impacto en las relaciones bilaterales
La medida se suma a la reciente reimposición de sanciones por parte de la ONU sobre el programa nuclear iraní, lo que acentúa la presión sobre la debilitada economía de la República Islámica. El canciller Abbas Araghchi reconoció en la televisión estatal que, durante su visita a la Asamblea General de Naciones Unidas, hubo intercambios de mensajes con representantes estadounidenses, aunque el líder supremo Ali Khamenei descalificó cualquier intento de diálogo al definirlo como “un callejón sin salida”.
En Teherán, el presidente Masoud Pezeshkian y otros altos funcionarios habían intentado frenar la reactivación de sanciones multilaterales, pero la decisión de Washington de avanzar con deportaciones masivas refleja la consolidación de una línea dura. Para analistas regionales, la política de Trump combina su promesa electoral de expulsar inmigrantes con una estrategia de máxima presión contra Irán, incrementando el riesgo de nuevos choques diplomáticos y de seguridad en Medio Oriente.
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