El Ejército de EE.UU. celebra avances recientes en el uso de drones, como el lanzamiento de granadas desde cuadricópteros y su primer derribo aéreo no tripulado. Sin embargo, estas tácticas ya son comunes en la guerra de Ucrania, donde tanto Kiev como Moscú llevan años perfeccionando el combate con aeronaves no tripuladas. La comparación revela la distancia que aún debe recorrer Washington para adaptar a sus tropas a un campo de batalla dominado por drones baratos y versátiles, donde la innovación y la rapidez resultan claves.
La brecha tecnológica con Ucrania
Aunque el Ejército estadounidense comenzó a experimentar con drones de tamaño reducido, sus progresos muestran un claro rezago frente a las lecciones aprendidas en Ucrania. En julio, soldados desplegados en Alemania difundieron un video (luego eliminado) donde se los veía lanzar una granada M67 desde un cuadricóptero, algo que ya era práctica extendida en Mosul durante la ofensiva del Estado Islámico y que hoy es rutina en el frente ucraniano.

Estas experiencias revelan tanto los avances como las carencias del Ejército de EEUU. Mientras Ucrania y Rusia perfeccionaron sus tácticas por la urgencia de la guerra, las fuerzas estadounidenses aún se enfrentan a fallas de conexión, piezas defectuosas y drones dañados por el clima en ejercicios controlados. Pese a que el Pentágono reconoce la importancia de integrar rápidamente estas tecnologías, la realidad muestra que Washington sigue en fase de aprendizaje, ensayando tácticas que otros actores ya dominan desde hace años.
El Pentágono acelera la producción de drones
La presión por reducir la brecha con Ucrania y Rusia llevó al Pentágono a anunciar un ambicioso plan para multiplicar la producción de drones de bajo costo. En julio de 2025, el secretario de Defensa Pete Hegseth aseguró que los drones son la mayor innovación en el campo de batalla de una generación y advirtió que adversarios de Washington producen millones de aparatos cada año. Para revertir el atraso, el Departamento de Defensa exhibió 18 prototipos de fabricación nacional y levantó regulaciones que ralentizaban el proceso.

El plan se enmarca en una estrategia más amplia, respaldada por una orden ejecutiva de Donald Trump firmada en junio de 2025, que pretende agilizar la certificación, movilizar capital privado y aprovechar la inteligencia artificial para la integración de enjambres de aeronaves. El Pentágono reconoce que su desafío no es únicamente tecnológico, sino también cultural: necesita líderes menos adversos al riesgo y soldados formados en un terreno donde la improvisación y la innovación son vitales.
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