La estrategia de defensa con drones se ha convertido en prioridad para Europa, donde la amenaza constante de Rusia pone en evidencia las brechas de seguridad de la OTAN. Desde el Báltico hasta el Mar Negro, los aliados europeos buscan soluciones rápidas y accesibles que permitan responder a incursiones aéreas cada vez más frecuentes, mientras se multiplican las propuestas de crear un muro de drones para blindar las fronteras orientales de la Unión Europea.
El desafío de enfrentar drones rusos
El reciente ingreso de unos 20 drones rusos en territorio polaco dejó al descubierto la vulnerabilidad de la defensa aérea europea. Para neutralizar la incursión, los aliados de la OTAN tuvieron que desplegar cazas y helicópteros de combate cuyo costo multimillonario contrasta con el precio ínfimo de los drones, que terminaron estrellándose en el campo polaco. El episodio subrayó el desbalance entre recursos utilizados y amenaza real, generando un debate sobre la necesidad de alternativas más baratas y específicas para contrarrestar estos ataques no convencionales.

Los ministros de defensa de la Unión Europea evalúan ahora la creación de un muro de drones a lo largo de la frontera oriental, una iniciativa impulsada por Estonia y Lituania que busca integrar sensores, sistemas de guerra electrónica y misiles de bajo costo capaces de actuar en múltiples capas de defensa. Sin embargo, las dificultades no son solo técnicas. La burocracia de adquisiciones militares en Europa y el dominio de grandes compañías armamentísticas retrasan la llegada de soluciones ágiles.
Estonia al frente de la estrategia de drones
Estonia se está posicionado como uno de los países pioneros en el diseño de una estrategia de drones adaptada a las nuevas formas de guerra. Además de ampliar sus defensas terrestres con fosos antitanques y búnkeres en la frontera con Rusia, el país báltico está invirtiendo en soluciones tecnológicas específicas contra la amenaza aérea. El comandante del ejército, Andrus Merilo, advirtió que la clave no está en adquirir sistemas de alto costo, sino en producir capacidades baratas, masivas y “suficientemente buenas” para contrarrestar ataques de cientos de drones a la vez.

El desafío para Estonia no se limita a interceptar drones rusos, sino también a enfrentar la guerra electrónica que interfiere con sus propios sistemas. En los últimos meses, drones estonios de vigilancia y control fronterizo se perdieron debido a bloqueos rusos, y un dron ucraniano cayó en su territorio tras ser desviado por interferencias. Estos incidentes muestran que Moscú no solo amenaza con proyectiles, sino también con tácticas destinadas a debilitar las defensas tecnológicas del adversario.
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