El giro de Trump hacia la paz en Ucrania representa un cambio drástico en su relación con Putin y la última propuesta de negociación. Tras meses de tensiones y contradicciones, el presidente estadounidense sorprendió al alinearse con la visión de Volodímir Zelenski, convencido de que Rusia atraviesa un punto de vulnerabilidad económica y militar. Luego de declarar que el gobierno de Zelenski podría recuperar todo el territorio ruso ocupado por las tropas de Moscú, resulta menester llevar adelante una lectura de los hechos que permita comprender el por qué del cambio de postura del mandatario estadounidense.
Trump más cerca de Zelenski
El encuentro entre Trump y Zelenski en la Asamblea General de la ONU marcó un antes y un después en la posición de Washington. Hasta hace pocos meses, Trump insistía en que Kiev tendría que ceder territorios para lograr un acuerdo, pero tras sus conversaciones privadas con el presidente ucraniano declaró públicamente que Ucrania podía recuperar toda su integridad territorial en su forma original. En su red Truth Social, incluso describió a Rusia como un “tigre de papel”, asegurando que las sanciones y la presión militar de la OTAN habían debilitado gravemente al Kremlin.

La reacción de Zelenski fue inmediata. Celebró lo que llamó un cambio histórico en la perspectiva de Trump, destacando que abría la puerta a garantías de seguridad más sólidas una vez terminado el conflicto. El mandatario ucraniano interpretó las palabras de su homólogo como una señal positiva de respaldo hasta el final de la guerra, aunque reconoció que los detalles sobre qué tipo de apoyo ofrecerá EE.UU. aún no están definidos. Para Ucrania, sin embargo, este viraje político representa una oportunidad estratégica para mantener la moral en alto y reforzar la presión diplomática sobre Rusia.
La etapa de cercanía con Putin
La nueva postura de Trump contrasta con su actitud de apenas semanas atrás, cuando buscaba fórmulas de compromiso más cercanas a Moscú. Tras su cumbre con Putin en Alaska, el presidente estadounidense llegó a considerar un plan de intercambio de tierras que otorgaba a Rusia partes de Donetsk y Lugansk aún no ocupadas, a cambio de un cese al fuego en el resto del frente. La propuesta fue rechazada rotundamente por Kiev y criticada por líderes europeos, que advirtieron que aceptar semejante concesión significaría legitimar la invasión y violar la Constitución ucraniana.

Incluso después de ese fallido intento, Trump dio señales de querer mantener distancia en las negociaciones. Según reportes, adoptó un enfoque de “esperar y ver” y alentó a que fueran Putin y Zelenski quienes se reunieran directamente antes de cualquier rol mediador de la Casa Blanca. Este aparente cálculo político reflejaba tanto la dificultad para imponer una salida rápida como la frustración de Trump ante las promesas incumplidas del Kremlin. Su reciente giro hacia la postura ucraniana, por lo tanto, no solo simboliza un realineamiento con los aliados de la OTAN, sino también una reacción al desgaste de su propia estrategia previa con Rusia.
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