El jefe de la Organización de Energía Atómica de Irán, Mohammad Eslami, viajó a Moscú para firmar un acuerdo significativo que permitirá a Rusia construir ocho nuevos reactores nucleares en territorio iraní. El pacto, largamente postergado desde 2014, marca un paso notable en la cooperación energética entre ambos países y refuerza la estrategia de Teherán para alcanzar 20 gigavatios de capacidad nuclear hacia 2040.
Moscú y Teherán aceleran la cooperación nuclear
La llegada de Eslami a Moscú a finales de septiembre selló lo que durante más de una década había quedado en especulaciones: el compromiso ruso de construir ocho reactores nucleares en Irán. Según la prensa iraní, cuatro de ellos se ubicarán en la provincia sureña de Bushehr, donde ya opera la única planta nuclear del país, inaugurada por Rusia en 2011 y finalizada en 2013. El acuerdo, descrito como “operacional”, busca dar un salto en el programa nuclear civil iraní en medio de fuertes cuestionamientos internacionales.

Más allá del aspecto energético, el pacto tiene una ostensible lectura geopolítica. Mientras EE.UU. e Israel acusan a Irán de ocultar ambiciones militares detrás de su programa nuclear, Moscú defiende el derecho innegociable de Teherán a desarrollar energía atómica con fines civiles. Para Rusia, la firma también es una oportunidad de afianzar alianzas estratégicas en Medio Oriente en un contexto de aislamiento por la guerra en Ucrania.
Los cimientos en Bushehr y la visión a 2040
El anuncio tiene lugar tras intensas reuniones de trabajo entre funcionarios de ambos Estados. En junio de 2025, el propio Eslami ya había adelantado que Rusia construiría ocho plantas nucleares en Irán, dentro de un contrato previamente firmado. En aquel entonces, detalló que cuatro de las unidades se levantarían en Bushehr y destacó que el objetivo nacional radicaba en triplicar la capacidad de generación eléctrica a partir de energía nuclear.

Con este telón de fondo, el viaje a Moscú confirma que las conversaciones trascendieron el estadio declarativo para entrar en una fase práctica. La cooperación nuclear ruso-iraní, consolidada desde la apertura de Bushehr en 2011, se convierte en un eje central de la política energética de Teherán. El proyecto no solo busca diversificar la matriz energética, sino también proyectar a Irán como potencia nuclear civil frente a un entorno regional cargado de desconfianza y tensiones geopolíticas.
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