La UE ha ratificado que el gas y el petróleo de Rusia quedarán fuera de su matriz de energía para el año 2028, pese a la presión de EE.UU. para acelerar el proceso. El comisario europeo de Energía, Dan Jorgensen, confirmó el compromiso tras reunirse en Bruselas con el secretario de Energía estadounidense, Chris Wright. Jorgensen subrayó que la prioridad es consolidar un plan ambicioso pero estable. Dicho plan estará orientado a evitar alzas de precios y problemas de suministro mientras se fortalece la cooperación transatlántica en materia energética.
La estrategia de la UE hacia 2028
El plan de la UE para dejar de importar gas y petróleo de Rusia en 2028 será transformado en legislación vinculante. Esto le otorgará mayor estabilidad frente a las sanciones temporales que deben renovarse cada seis meses. Según Jorgensen, la hoja de ruta contempla un veto a nuevos contratos a corto plazo desde 2026 y un corte total para el 1 de enero de 2028, con el objetivo de evitar tanto choques en los precios como riesgos de desabastecimiento energético.

Aunque el presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sugirió la posibilidad de un calendario más rápido como parte del nuevo paquete de sanciones contra Moscú, el bloque reconoce que el cambio debe ser ordenado. La transición implicará reforzar la compra de gas natural licuado (GNL) estadounidense. También se buscará diversificar proveedores globales, un movimiento que no solo busca debilitar a Rusia, sino también afianzar la seguridad energética europea en un escenario internacional cada vez más incierto.
Washington apuesta por los fósiles frente a las metas climáticas de la UE
Mientras la UE avanza hacia 2028 con el objetivo de interrumpir la compra de gas de Rusia y reordenar su matriz de energía, la administración Trump busca aprovechar la coyuntura para expandir las exportaciones de hidrocarburos estadounidenses. El secretario de Energía, Chris Wright, defendió en Bruselas que los beneficios de los combustibles fósiles superan los riesgos climáticos. En la misma línea, Wright describió el gas natural como el principal motor de la descarbonización en EE.UU.

Este discurso, alineado con la estrategia de reforzar la influencia geopolítica de Washington en Europa, contrasta con la narrativa europea que prioriza las metas de reducción de emisiones y el despliegue de renovables. El contraste entre ambas visiones quedó en evidencia en los últimos días: mientras Bruselas discute sanciones adicionales contra Moscú y la legalización del fin del gas ruso en 2028, Wright relativizó la urgencia del cambio climático y promovió un enfoque de “energía de sentido común” basado en petróleo y gas.
Las declaraciones generaron críticas de ambientalistas que acusan a Washington de actuar más como vendedor de fósiles que como socio estratégico en la transición verde. La tensión entre seguridad energética y sostenibilidad emerge así como una de las claves en la relación transatlántica, en un momento en el que Europa intenta equilibrar independencia de Rusia, estabilidad de precios y compromiso climático.
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