China comenzó a importar gas natural licuado de Rusia proveniente del proyecto Arctic LNG 2, pese a las sanciones impuestas por Estados Unidos, desafiando directamente la política energética de Donald Trump. La llegada del buque Zarya al puerto de Beihai, en la provincia de Guangxi, marca el tercer cargamento desde Siberia en pocas semanas y refuerza la alianza energética entre Moscú y Pekín. Este movimiento no solo profundiza la interdependencia energética sino que también pone a prueba la eficacia de las sanciones occidentales y eleva las tensiones geopolíticas en medio de la guerra en Ucrania y las crecientes disputas comerciales entre Washington y Pekín.
La estrategia energética de Pekín frente a Trump
El cargamento del Zarya, parte de la llamada flota fantasma rusa, refleja cómo Moscú utiliza barcos renombrados y reabanderados para esquivar los controles internacionales y mantener su flujo de exportaciones. China ha designado el puerto de Beihai como centro estratégico para recibir el gas procedente de Arctic LNG 2, limitando la exposición a mercados internacionales y reduciendo riesgos de represalias económicas. Este tercer envío llega en un contexto de creciente cooperación entre Pekín y Moscú, consolidada por la aprobación de Xi Jinping para avanzar con el proyecto del gasoducto Power of Siberia 2, que permitirá expandir las entregas hacia la segunda economía mundial.

El desafío chino llega en un momento delicado para Trump, quien busca endurecer las sanciones contra los principales compradores de energía rusa. Mientras India ha reducido progresivamente sus adquisiciones, China adopta una postura contraria, defendiendo que sus decisiones energéticas responden a sus propios intereses nacionales. Pekín ha advertido que las guerras de aranceles no tienen ganadores y que cualquier presión externa no resolverá los problemas estructurales. Esta posición, sumada al aumento de las importaciones, podría abrir un nuevo frente en la confrontación entre Washington, Moscú y Pekín, con implicaciones directas para los mercados globales de energía.
Power of Siberia 2, Rusia y China reconfiguran el mercado global del gas
El acuerdo entre Rusia y China para construir el Power of Siberia 2, un gasoducto de más de 6.000 kilómetros que atravesará Mongolia, consolida un nuevo eje energético que desafía el orden establecido. El proyecto permitirá transportar hasta 50.000 millones de metros cúbicos anuales de gas desde Siberia occidental hacia el mercado asiático, en un momento en que Moscú acelera su estrategia de diversificación para reducir la dependencia de Europa, mientras Pekín refuerza su seguridad energética frente a un escenario de sanciones y tensiones crecientes con Estados Unidos.

La alianza energética sino-rusa no solo fortalece la posición de ambos países frente a Trump y la política de sanciones occidentales, sino que también impacta directamente en el equilibrio del mercado global. Para Europa, la reorientación del gas ruso hacia Asia abre oportunidades para nuevos proveedores, mientras que en América Latina países como Argentina, que busca expandir sus exportaciones de GNL desde Vaca Muerta, podrían beneficiarse de un espacio mayor en el mercado europeo. Sin embargo, el acuerdo también eleva la competencia geopolítica, posicionando a China como principal cliente de Gazprom y otorgando a Moscú una salida estratégica que mitiga la presión económica de Occidente.
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