Las protestas en Francia vuelven a sacudir al país tras la creciente incertidumbre política derivada de la caída del gobierno de Emmanuel Macron. Miles de manifestantes salieron a las calles en París, Lille, Lyon, Nantes y Marsella durante la jornada de movilización nacional “Block Everything”, que busca denunciar la precarización de los servicios públicos, la desigualdad social y las políticas de austeridad. Con más de 80.000 policías desplegados y 300 arrestos registrados, la tensión social escala mientras la reciente designación de Sébastien Lecornu como primer ministro profundiza la percepción de desconexión entre la élite política y la ciudadanía.
Caos social y crisis de representación
Las manifestaciones del 10 de septiembre marcaron un nuevo capítulo en la crisis política francesa. Lo que comenzó como un movimiento espontáneo organizado en grupos de mensajería bajo el lema “Block Everything” se transformó en una protesta masiva contra las políticas de austeridad y la creciente desigualdad. Docentes, estudiantes, médicos y sindicalistas confluyeron en barricadas y bloqueos de carreteras, denunciando la degradación de los servicios públicos, los recortes en salud y el estancamiento de los salarios.

La reciente designación de Sébastien Lecornu como primer ministro, tras la destitución parlamentaria de François Bayrou, encendió aún más la indignación social. Para los manifestantes, este cambio representa un desprecio hacia la voluntad popular y una reafirmación de las políticas proempresariales de Macron. En paralelo, el despliegue de 80.000 policías y gendarmes intensificó los enfrentamientos con gases lacrimógenos, cañones de agua y más de 300 detenciones. En ciudades como París, Lyon y Nantes, se levantaron barricadas y se incendiaron contenedores, mientras cerca de 150 escuelas secundarias permanecen bloqueadas. Lejos de apaciguarse, la tensión social parece escalar hacia una confrontación de largo aliento.
Macron y el desgaste del modelo presidencialista
La actual crisis política en Francia es resultado directo de la decisión de Emmanuel Macron de convocar elecciones anticipadas en 2024, un movimiento arriesgado que debilitó a su partido y dejó una Asamblea Nacional fragmentada entre la izquierda, la ultraderecha y el centro. Este escenario generó un vacío de gobernabilidad, evidenciado en la rápida sucesión de primeros ministros: François Bayrou se convirtió en el cuarto en abandonar el cargo en apenas 20 meses, tras fracasar en aprobar un controvertido plan de austeridad de 44.000 millones de euros.

Mientras tanto, la inestabilidad institucional está impactando directamente en la economía. El rendimiento de los bonos franceses ha superado ya al de países como España, Portugal y Grecia, reflejando el creciente temor de los mercados. Además, el modelo presidencialista francés, diseñado por Charles de Gaulle en 1958 para garantizar estabilidad, enfrenta su mayor desafío desde la fundación de la Quinta República. Sin mayoría parlamentaria, Macron ha recurrido repetidamente al artículo 49.3 de la Constitución para aprobar leyes sin voto, aumentando el malestar social y la desconfianza ciudadana.
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