Según medios internacionales, EE.UU. recortaría los fondos destinados a la defensa de varios países fronterizos con Rusia. La una medida que refuerza la política America First impulsada por el presidente Donald Trump. El plan, que de realizarse impactará directamente en Estonia, Letonia y Lituania, responde a la decisión de la Casa Blanca de reducir la asistencia en seguridad y exigir a Europa una mayor responsabilidad en su propia defensa. La medida se produce en un contexto de tensiones crecientes en Europa del Este y de preocupación por la guerra en Ucrania, donde la presencia militar rusa sigue aumentando.
Trump redefine las prioridades de defensa
Según el informe inicial publicado por el Financial Times y respaldado por Reuters, la medida afectará de forma significativa a Estonia, Letonia y Lituania. Los mencionados países que han mantenido fronteras tensas con Rusia desde la invasión a Ucrania en 2022. La construcción de infraestructura defensiva, como cercas de alambre de púas y sistemas de vigilancia, ha sido financiada en gran parte con estos recursos, por lo que el recorte podría limitar su capacidad de respuesta ante posibles agresiones. La administración Trump ha confirmado que el programa de asistencia en seguridad, gestionado por el Departamento de Defensa, solo está aprobado hasta septiembre de 2026 y no será renovado.

Fuentes oficiales indican que esta decisión se enmarca en un reequilibrio de la ayuda exterior orientado a que Europa aumente su gasto militar y reduzca su dependencia de Washington. Desde la Casa Blanca, un portavoz recordó que Trump firmó una orden ejecutiva en enero, el primer día de su segundo mandato, para reevaluar y realinear la política exterior estadounidense. En declaraciones oficiales, defendieron que esta acción fue coordinada con los países europeos. Además, agregaron que forma parte de una estrategia más amplia para que Europa asuma un rol más activo en su propia defensa.
Europa dividida ante el nuevo escenario de seguridad
El recorte de fondos estadounidenses llega en un momento de rearme histórico para Europa. En junio, los miembros de la OTAN acordaron destinar 3,5% de su PIB a defensa. Esto supone 270.000 millones de euros adicionales anuales para los 23 países de la UE que integran la alianza. Sin embargo, lejos de generar cohesión, este presupuesto récord ha profundizado las divisiones internas sobre cómo y dónde invertir. Algunos gobiernos priorizan adquirir rápidamente armamento estadounidense de alta gama, como los cazas F-35 o las baterías antiaéreas Patriot, cuyo precio ronda los 1.000 millones de dólares por unidad y 4 millones por misil.

En contraste, países como Francia y España impulsan una estrategia diferente, apostando por fortalecer la industria militar europea. Ambos lideran, junto a Alemania, el proyecto Future Combat Air System (FCAS), que busca desarrollar un caza de próxima generación como alternativa a las opciones estadounidenses. París defiende que invertir en producción propia es clave para garantizar la soberanía estratégica y reducir la dependencia de Washington.
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