La alianza estratégica y económica entre Rusia y China también tendría una asistencia militar del país asiático en la guerra que su vecino occidental lleva adelante contra Ucrania, según un informe reciente.
Este reporte, elaborado por el diario inglés The Telegraph y Sayari -empresa de tecnología especializada en inteligencia financiera y análisis de datos- encontró registros de exportaciones de firmas chinas a compañías rusas sancionadas por fabricar drones, del tipo que monopoliza cada vez más el campo de batalla y los bombardeos a ciudades ucranianas.

La investigación señaló que las empresas chinas vendieron a sus contrapartes rusas partes y materiales claves para el ensamblaje de drones por un valor de 47 millones de libras esterlinas, poco más de 63 millones de dólares. Las operaciones fueron registradas entre 2023 y 2024, el período en que Rusia construyó la infraestructura para sustentar su programa doméstico de drones.
De todas formas, tanto The Telegraph como Sayari consideraron que la cifra “debe tomarse como un piso, no un techo, ya que ninguno de los dos países reporta de manera consistente sus embarques con precisión”. Además, otras prácticas como el etiquetado fraudulento de los componentes que se exportan o el uso de terceros países como una forma de triangulación para evitar sanciones dificultan un panorama completo de la relación militar entre Rusia y China.
Cómo China estaría ayudando a armar a Rusia en la guerra con Ucrania
Uno de los ejes con los que China estaría ayudando a armar a Rusia sin venderle equipamiento militar -algo que iría en contra de su pretensión global de neutralidad en el conflicto- es exportar componentes que pueden usarse con distintos fines, aunque quede claro que los rusos los usan para nutrir su flota de drones.
Por ejemplo, el reporte señala que firmas chinas proveyeron un amplio rango de productos de fibra de vidrio y fibra de carbono, como hilados, agentes aglutinantes, componentes de procesamiento y polvo de fibra de vidrio a compañías rusas sancionadas por fabricar drones. En otros casos, las exportaciones fueron por motores de aeronaves y otras piezas relacionadas. Entre las empresas asiáticas vinculadas están Changzhou Utek Composite, Taishan Fiberglass, Jilin Hongsheng Trading, Yongji Rongdu Commercial and Trading, Hebei Jigao, Harbin Bin-Au Technology, Jinhua Hairun Power Technology, Shandong Xinyilu International Trade y Ningbo Peak Cloud Import and Export.

El destino de estas exportaciones fueron compañías como Ural Civil Aviation, Akmetron, PT Electronic, PT Elektronik y Radioline. Todas están localizadas en la Zona Económica Especial de Alabuga, en el Tartaristán ruso. Esta región permite acceder de manera fluvial al Mar Caspio, que a su vez da un acceso directo a Irán, origen de los drones Shahed que los rusos ahora producen localmente con componentes chinos. Allí también Rusia prueba y mejora sus adaptaciones de diseños foráneos, como el dron de larga distancia Garpiya, inspirado en los diseños iraníes, que a su vez utiliza un motor de la empresa china Xiamen Limbach Aircraft Engine.
La alianza estratégica no es nueva. En julio de este año, Andrii Sybiha, el ministro del Exterior ucraniano, compartió imágenes de lo que parecían componentes chinos hechos por la compañía Suzhou ECOD Precision Manufacturing dentro de los restos chamuscados de un dron ruso Geran-2, que había sido destruido antes de impactar en un bombardeo sobre Kiev.
Un día antes, su contraparte china, Wang Yi, había dicho de manera privada a diplomáticos europeos que su país no podía permitirse que Rusia perdiera la guerra, ya que una victoria ucraniana daría vía libre a Estados Unidos para enfocarse en Asia. Ahora, el reporte de The Telegraph y Sayaria echa luz sobre el aspecto militar de una alianza que ya es visible en lo político y lo económico.
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