Los avances militares de Rusia en Ucrania experimentaron una caída del 20% en agosto, de acuerdo con un informe publicado por DeepState, un grupo de analistas militares ucranianos. Según los datos, las fuerzas de Rusia lograron tomar 464 km² de territorio, alcanzando el 19% de control total sobre Ucrania, un nivel equivalente al registrado en octubre de 2022. Esta desaceleración refleja un cambio significativo en el ritmo de avance, tras meses de intensas operaciones ofensivas en varios frentes.
Un estancamiento que recuerda a 2022
El reporte de DeepState resalta que, aunque Rusia continúa expandiendo su control territorial en Ucrania, el ritmo de ocupación se redujo drásticamente en agosto. Los 464 km² capturados representan un 18% menos que en los meses previos y marcan un nivel de estancamiento similar al observado en octubre de 2022, cuando las fuerzas ucranianas lanzaron su contraofensiva en Jersón. El dato refleja que, en casi tres años de guerra, la ganancia neta de Moscú sería prácticamente nula, a pesar del costo humano y material de la ofensiva.

Especialistas atribuyen esta desaceleración principalmente a la rotación de brigadas rusas en distintos frentes. Cuatro brigadas y un regimiento de marines fueron desplegados en el frente de Dobropillia, se reforzó la línea de Zaporiyia, y se realizaron rotaciones en los ejes de Kramatorsk y Prydniprovske. Este reacomodamiento interno, unido a una menor intensidad de operaciones (5027 asaltos en agosto, menos que en mayo, junio y julio), ha reducido la capacidad ofensiva inmediata. Sin embargo, DeepState advierte que la actividad rusa podría repuntar en septiembre, lo que anticipa un nuevo ciclo de enfrentamientos intensificados.
La ofensiva rusa se traslada del territorio al cielo
Mientras los informes de DeepState reflejan una desaceleración en los avances territoriales de Rusia, la intensidad de los ataques aéreos sobre Kiev y otras ciudades ucranianas aumentó drásticamente en las últimas semanas. En la madrugada del 28 de agosto, la capital vivió uno de los bombardeos más devastadores desde junio: casi 600 drones y más de 30 misiles fueron lanzados contra 13 ubicaciones diferentes, causando la muerte de al menos 21 personas, entre ellas cuatro niños. El distrito de Darnytskyi, en la margen izquierda del río Dniéper, sufrió el impacto más mortal, cuando un misil derrumbó por completo los cinco pisos de un edificio residencial, dejando decenas de heridos y varios desaparecidos.

El escenario en Kiev refleja un giro táctico en la estrategia rusa. Menor expansión territorial, pero mayor presión psicológica y civil. El ministro de Exteriores ucraniano, Andrii Sybiha, calificó los bombardeos como terrorismo puro y acusó al Kremlin de responder con violencia a los recientes intentos de negociación de paz. Analistas advierten que esta ofensiva busca desgastar la moral de la población y generar caos interno en Ucrania, aun cuando las líneas de frente permanezcan estables.
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