El argentino Rafael Grossi, actual director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), se encuentra bajo estricta protección de seguridad en Viena tras detectarse una amenaza concreta atribuida a sectores vinculados a Irán. La decisión fue adoptada por las autoridades austríacas luego de recibir información de inteligencia que advertía sobre un posible intento de agresión contra el diplomático, que también es mencionado como potencial candidato a suceder a António Guterres en la Secretaría General de las Naciones Unidas en 2026.
Según reveló el Wall Street Journal, el servicio de seguridad austríaco desplegó a la unidad especial Cobra, un cuerpo de élite encargado de la protección de altos dignatarios y de responder a amenazas terroristas, para custodiar al director del OIEA las 24 horas del día. Esta fuerza, conocida por emplear equipos blindados y armamento especializado, se activa únicamente frente a escenarios de máximo riesgo.
El trasfondo de la tensión con Irán
Las amenazas contra Grossi se intensificaron tras la guerra de 12 días en junio entre Israel e Irán, cuando funcionarios de Teherán lo acusaron de “favorecer a Israel” con informes sesgados sobre las actividades nucleares iraníes. Incluso, altos dirigentes como Ali Larijani —asesor del líder supremo Ali Khamenei y miembro del Consejo de Seguridad Nacional iraní— lo señalaron directamente en redes sociales advirtiendo que “cuando la guerra termine, nos ocuparemos de Grossi”.

La línea dura de la prensa iraní también apuntó contra el argentino: el diario semioficial Kayhan llegó a calificarlo de “espía israelí” y pidió su detención y ejecución. Además, voces del poder judicial de Irán deslizaron la posibilidad de iniciar un juicio en ausencia, una acción que complicaría gravemente las relaciones entre Teherán y el organismo internacional.
El papel del OIEA y la escalada nuclear
Desde que asumió la dirección del OIEA en 2019, Grossi ha mantenido una relación compleja con Irán. Durante su gestión, el organismo ha insistido en obtener explicaciones sobre material nuclear no declarado y ha documentado reiteradas violaciones a los límites establecidos por el acuerdo nuclear de 2015, abandonado por Estados Unidos en la presidencia de Donald Trump.
Actualmente, según estimaciones del propio OIEA, Irán acumula suficiente uranio enriquecido cercano a grado militar para fabricar hasta diez armas nucleares. La falta de cooperación plena por parte de Teherán ha llevado al organismo a cuestionar el carácter exclusivamente pacífico del programa nuclear iraní.
La situación se tornó crítica en junio, cuando Israel lanzó ataques contra instalaciones nucleares y militares iraníes. En ese contexto, Teherán acusó al OIEA y a Grossi de actuar como catalizadores de la ofensiva. A raíz del incremento de riesgos, el argentino ordenó la evacuación discreta de inspectores del OIEA desplegados en Irán, con el consentimiento de las autoridades locales, para preservar su seguridad.
Protección reforzada y consecuencias diplomáticas
El refuerzo de la custodia de Grossi no es un hecho menor. El despliegue de la unidad Cobra, habitualmente asignada a la protección del canciller austríaco o a operaciones antiterroristas críticas, refleja el nivel de seriedad con el que Viena evalúa la amenaza.
Pese a las tensiones, Grossi mantiene canales abiertos de diálogo con Teherán. De hecho, en agosto anunció el retorno de un primer grupo de inspectores a territorio iraní, aunque con limitaciones de acceso que aún deben resolverse.
La controversia sobre su figura no solo afecta la estabilidad del OIEA, sino que se entrelaza con su futuro político. Como diplomático de carrera con respaldo internacional, Grossi aparece en la lista de posibles sucesores de Guterres al frente de Naciones Unidas, lo que amplifica la relevancia de su seguridad personal y la proyección de esta disputa en el tablero geopolítico.
La situación subraya la creciente fragilidad del sistema internacional de no proliferación nuclear y la complejidad de las relaciones entre Irán y Occidente. Si bien el OIEA sostiene su neutralidad técnica, la presión de Teherán y las amenazas explícitas contra su director general representan un desafío directo a la autoridad de un organismo central en la arquitectura de la seguridad internacional.
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