China prepara un imponente desfile militar en el que aviones de combate de la Fuerza Aérea, la Armada y el Ejército volarán en formaciones conjuntas simulando un escenario de guerra real en el Indo-Pacífico contra Estados Unidos. El evento, que tendrá lugar el 3 de septiembre en Pekín con motivo del Día de la Victoria, busca conmemorar los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, pero también proyectar la capacidad militar del país ante un contexto internacional más tenso.

En paralelo, se avistaron drones de última generación y sistemas avanzados de misiles y tanques. Estos despliegues pretenden resaltar la integración operativa del Ejército Popular de Liberación, con el mensaje oficial de “recordar la historia, honrar a los mártires y abrir el futuro”.
El desfile aéreo, que incluirá pancartas con lemas patrióticos, confirma la voluntad de Pekín de mostrar un frente sólido de poder militar. Aunque la retórica oficial destaca la defensa de la paz, el despliegue es interpretado como una demostración de fuerza en medio de crecientes tensiones con Estados Unidos y sus aliados en el Indo-Pacífico.
Comparación con los ejercicios de EE.UU. en el Indo-Pacífico
El avance militar chino ocurre casi en paralelo a las maniobras de gran escala realizadas por la Fuerza Aérea de Estados Unidos en el Indo-Pacífico, catalogadas como las más importantes desde la Guerra Fría. Durante un mes, Washington desplegó aeronaves y tropas en un ejercicio regional que simuló un escenario de guerra con China, involucrando aliados estratégicos como Japón y Australia.

La estrategia también incluyó la formación de “multi-capable airmen”, efectivos capaces de asumir diversas funciones más allá de su especialidad, desde logística hasta rescate en combate.
Mientras Pekín exhibe modernización tecnológica y cohesión operativa en sus desfiles, Washington refuerza su capacidad de respuesta rápida con el ACE. Ambos enfoques reflejan la preparación de las dos potencias para escenarios de conflicto de alta intensidad en la región del Pacífico.
Escalada simbólica y estratégica
El despliegue chino no solo tiene un carácter conmemorativo, sino también estratégico. La presencia de cazas de última generación como el J-20 y el J-35, acompañados de sistemas de alerta temprana y guerra electrónica, busca enviar un mensaje de disuasión a Estados Unidos y a sus socios regionales. El objetivo es consolidar la imagen de China como una potencia militar capaz de enfrentar escenarios de combate real.
Por otro lado, los ejercicios estadounidenses en Guam, Kadena y otros aeródromos avanzados pretenden asegurar que Washington pueda responder de inmediato ante un eventual choque. El contraste entre el desfile chino y las maniobras norteamericanas muestra cómo ambos países no solo modernizan su arsenal, sino que también disputan la narrativa de quién está mejor preparado para un conflicto en el Indo-Pacífico.
El cruce de mensajes, que involucraron desfiles en Pekín y ejercicios en el Pacífico, alimenta la percepción de una escalada gradual en la competencia militar, donde la preparación para escenarios de guerra real ya no es hipotética, sino un elemento central de las políticas de defensa de ambas potencias.
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