El secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, sugirió que el gobierno podría extender la estrategia utilizada con Intel hacia el sector defensa y otras industrias clave. En una entrevista con CNBC, indicó que existe un debate abierto en Washington sobre si compañías como Lockheed Martin, que dependen en gran medida de contratos federales, deberían estar sujetas a un esquema similar de participación estatal.

Sus declaraciones subrayan la idea de que si empresas privadas reciben apoyo público, los contribuyentes también deberían beneficiarse directamente de sus ganancias.
Aunque evitó precisar si se tomarán medidas inmediatas, el funcionario dejó claro que la discusión se centra en cómo financiar de forma más sostenible las adquisiciones de municiones y otros programas de defensa en un contexto de creciente presión geopolítica.
El modelo del acuerdo con Intel
Las declaraciones de Lutnick se producen tras el acuerdo del viernes pasado, mediante el cual el gobierno estadounidense adquirió cerca del 10 % de participación en Intel, con una inversión total de 11.100 millones de dólares. El paquete incluyó subvenciones ya previstas en la Ley de Chips y Ciencia y el programa Secure Enclave.

Según Lutnick, este tipo de operaciones busca asegurar que los contribuyentes reciban un retorno por el respaldo otorgado a compañías estratégicas.
Intel, que atraviesa una etapa de reestructuración en medio de la competencia global en semiconductores, se convierte así en un caso de prueba para un modelo que podría expandirse hacia otros sectores considerados críticos, como defensa y energía.
Implicancias para el sector militar
El debate sobre la posible entrada del gobierno en empresas de defensa, como Lockheed Martin, refleja una tensión de fondo en la política industrial estadounidense. En 2023, alrededor del 73 % de las ventas de Lockheed provinieron de contratos con el Pentágono, lo que plantea preguntas sobre hasta qué punto estas compañías actúan como entidades privadas independientes.

La discusión se da en paralelo a un contexto global marcado por la intensificación de conflictos y la presión sobre Estados Unidos para sostener su producción de armamento. Para Lutnick, el desafío radica en encontrar un equilibrio entre los beneficios de un modelo como el de Intel y las implicancias de extenderlo a compañías de defensa, cuyo rol trasciende el ámbito económico y se vincula directamente con la seguridad internacional.
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