Expertos en el ámbito consideran que India y Pakistán se han embarcado en una nueva carrera armamentística, invirtiendo miles de millones de dólares en nuevos sistemas de misiles que “podrían definir la próxima era de la guerra” en la región asiática. Pero los impulsos no surgen repentinamente, sino más bien tras la escalada de tensiones entre los vecinos con capacidades nucleares que tuvo lugar en mayo, y que dejó un saldo de fallecidos e infraestructuras afectadas.
A principios de este mes, India anunció que adquiriría otros 110 misiles supersónicos de crucero BrahMos como parte de un nuevo paquete de defensa de 670.000 millones de rupias, es decir, 8.700 millones de dólares. Según el gobierno de Narendra Modi, se busca mejorar su arma antiaérea inteligente (SAAW) para que cuente con sistemas de guiado avanzados y sea compatible con los aviones Sukhoi Su-30MKI ruso y Rafale francés de las fuerzas aéreas.

En ese caso, el SAAW mejorado tendrá un alcance ampliado de unos 200 km, la cual ahora es capaz de alcanzar objetivos terrestres cuando se lanza desde aviones de combate. Pero mientras India invierte en más misiles BrahMos y sistemas SAAW mejorados, Pakistán está “copiando a China” con una nueva fuerza de cohetes.
Durante las celebraciones del Día de la Independencia, Pakistan confirmó sus planes de crear una nueva fuerza de cohetes diseñada para contrarrestar la creciente capacidad de misiles de India. El primer ministro, Shehbaz Sharif, declaró que la nueva unidad estaría equipada con tecnología punta y reforzaría el potencial de combate del ejército.
Antecedentes del conflicto
El conflicto estalló tras el atentado del 22 de abril en Pahalgam, Jammu y Cachemira, donde 26 personas —en su mayoría turistas hindúes— fueron asesinadas. India atribuyó el ataque a grupos extremistas respaldados por Pakistán, mientras que Islamabad rechazó categóricamente la acusación. En respuesta, Nueva Delhi lanzó el 7 de mayo la “Operación Sindoor”, una serie de bombardeos de precisión sobre infraestructura considerada “terrorista” en Cachemira pakistaní.
La represalia paquistaní no tardó en llegar. En la noche del mismo 7 de mayo, comenzaron una serie de ataques con drones y misiles que se extendieron durante los días siguientes, alcanzando zonas urbanas e instalaciones militares en el norte y oeste de la India. Las cifras preliminares indican al menos 66 civiles fallecidos y decenas de heridos entre ambos países, producto del fuego cruzado, los bombardeos y los derribos de aeronaves.

El Ministerio de Defensa de la India denunció que Pakistán atacó deliberadamente centros urbanos, incluyendo escuelas, hospitales y bases militares en Udhampur, Adampur, Pathankot y Bhuj. Islamabad, por su parte, acusó a India de “agresión no provocada” y reportó la muerte de 11 civiles, entre ellos un niño, además de más de 50 heridos por los bombardeos y la artillería india.
Ambas partes también intercambiaron afirmaciones sobre bajas en sus fuerzas aéreas. India declaró haber derribado un caza F-16 y un JF-17 paquistaní, mientras que Pakistán aseguró haber alcanzado un Rafale francés adquirido por la Fuerza Aérea india.
¿Lecciones aprendidas?
Expertos como Abdul Basit, investigador asociado principal del Centro Internacional para la Investigación de la Violencia Política y el Terrorismo de Singapur, afirman que “India reconoce que sus fuerzas de misiles fueron mucho más eficaces en los enfrentamientos. Por ello, están invirtiendo más en BrahMos”. Pero el mismo panorama aplica a Pakistán, que ahora está “tratando de acortar distancias” y centrarse en la construcción de misiles supersónicos de largo alcance.

Para el especialista, como muchos otros, los acontecimientos de los meses de abril y mayo plantaron una el comienzo de una nueva carrera de misiles entre los históricos enemigos. Las hostilidades reforzaron en la India la idea de que, en cualquier conflicto futuro con Pakistán, “o se utiliza una plataforma aérea que pueda alcanzar un objetivo a 200 km de distancia o se utiliza BrahMos”. Para Pakistán, la principal lección aprendida fue la importancia de contar con misiles aptos y promover la modernización de los mismos.
El analista de defensa Rakesh Sharma, teniente general retirado del ejército indio que ahora trabaja en el Centro de Estudios de Guerra Terrestre de Delhi, afirmó que India se centraría ahora en desarrollar sistemas antiacceso, de negación de área y de defensa aérea integrada, porque permiten “ataques de precisión resistentes en todas las formas: superficie-aire, aire-aire, aire-superficie”. No obstante, advirtió que la fuerza de cohetes integrada propuesta por Pakistán -siguiendo el modelo de la propia fuerza de cohetes de China- plantearía un serio desafío.
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