El ejército sirio está preparando una ofensiva de gran escala para octubre con el objetivo de recuperar las provincias de Raqqa y Deir Ezzor, actualmente controladas por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), pertenecientes a los kurdos. Según fuentes de seguridad, una fuerza de ataque de 50.000 soldados se concentra en las cercanías de Palmira para avanzar hacia el norte en caso de que las FDS no cedan sus territorios a Damasco, aunque todavía se espera con fuerte expectativa el aval de Estados Unidos.

Aunque la iniciativa busca consolidar el control central sobre regiones estratégicas, la autorización de Estados Unidos se presenta como una condición indispensable para su ejecución.
El papel de Estados Unidos e Israel en la ecuación
Washington desempeña un rol decisivo en el conflicto. Pese a que patrocinó conversaciones entre Damasco y las FDS, no se alcanzaron acuerdos y la relación se ha deteriorado.

Otro factor sensible es la posición de Israel, que ha intervenido en Siria con bombardeos recientes sobre Damasco alegando proteger a minorías como los drusos en Sweida. Evitar una reacción israelí es otro de los puntos clave que Damasco deberá resolver antes de lanzar la ofensiva.
Fracasos en las negociaciones y tensiones crecientes
Los intentos de integrar a las FDS dentro del ejército sirio se habían plasmado en un acuerdo en marzo, pero las negociaciones colapsaron y los enfrentamientos se intensificaron en los últimos meses.

En paralelo, Estados Unidos, con apoyo de Arabia Saudita y Turquía, abrió un proceso de normalización con el nuevo gobierno sirio. Un encuentro en Riad entre Trump y Al Shara alimentó la posibilidad de un reacomodamiento geopolítico que podría reducir la influencia de Irán y Rusia en la región.
Preparativos sobre el terreno y cálculo tribal
Los puntos de apoyo para la ofensiva ya están siendo desplegados en zonas desérticas clave como Rasafah y Sukhnah, rutas estratégicas que conectan Palmira con Raqqa y Deir Ezzor. También se prevé la participación de facciones vinculadas a Turquía en Alepo, que atacarían posiciones kurdas en torno a la presa de Tishreen.
El factor tribal jugará un rol central. De los 70.000 combatientes principales de las FDS, alrededor del 30% pertenecen a tribus árabes, muchas de las cuales podrían desertar o rebelarse contra los kurdos en el inicio de la ofensiva. Aunque la provincia de Hasaka seguiría siendo un bastión kurdo, Raqqa y Deir Ezzor son de mayoría árabe, lo que facilitaría el avance de Damasco.
Recursos estratégicos y posiciones internacionales
Las áreas bajo control de las FDS concentran gran parte de los recursos energéticos de Siria, incluyendo electricidad y petróleo. Este factor económico agrega peso a la disputa, ya que el control de estas zonas sería vital para el sostenimiento del nuevo gobierno sirio.
Mientras tanto, potencias extranjeras siguen jugando un papel determinante. Turquía mantiene unos 20.000 efectivos cerca de áreas kurdas, Estados Unidos conserva alrededor de 1.000 soldados en bases dentro de territorios de las FDS, y Rusia limita su presencia a dos bases principales. El desenlace de esta ofensiva podría redefinir las zonas de influencia construidas a lo largo de la guerra civil siria.
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