Groenlandia, con sus vastos recursos minerales y su ubicación clave en el Ártico, ha ganado relevancia en la estrategia geopolítica de Estados Unidos. Una delegación del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) encabezada por su presidente, Mike Froman, visitó el territorio para reunirse con líderes políticos, militares, empresarios y comunidades locales.

El atractivo para Estados Unidos radica en el potencial acceso a nuevas rutas comerciales por el deshielo y a bases militares para reforzar la seguridad ártica.
Desafíos y potencial económico
A pesar de contar con más de treinta minerales críticos, Groenlandia enfrenta grandes limitaciones para desarrollar un sector minero rentable.

Sin embargo, el excedente de energía hidroeléctrica generado por el deshielo abre oportunidades para industrias de alto consumo energético, como centros de datos o fundiciones, siempre que se realicen inversiones en conectividad y logística.
Seguridad y competencia en el Ártico
El cambio climático está facilitando el acceso a rutas marítimas que podrían rivalizar con el Canal de Panamá o el Mar Rojo, lo que ha motivado a Rusia y China a reforzar su presencia en la región. Moscú ha ampliado sus bases y flota de rompehielos, mientras que Pekín ha participado en maniobras conjuntas en el Ártico.
Estados Unidos, por su parte, ha reforzado su cooperación militar con Dinamarca y trasladado Groenlandia a la jurisdicción del Comando Norte, con el objetivo de ampliar su capacidad operativa y garantizar el control de rutas estratégicas.
Cooperación sin necesidad de anexión
El Tratado de 1951 permite a Washington mantener y ampliar bases en Groenlandia, como la Base Espacial Pituffik, clave en el sistema de alerta temprana de misiles. Aunque la retórica de Trump generó rechazo, muchos groenlandeses consideran que sus intereses de seguridad coinciden con los de Estados Unidos, lo que abre la puerta a una mayor presencia militar y económica sin necesidad de adquirir el territorio.
Mientras tanto, la economía local sigue dependiendo de la pesca y un creciente turismo, que plantea nuevos retos de infraestructura y preservación cultural.
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