Frente a la creciente presión de China, el Ejército de Taiwán llevó a cabo un ejercicio de artillería con fuego real el pasado lunes en el campo de entrenamiento Kengzikou, ubicado en Hsinchu. La maniobra incluyó el despliegue de drones tácticos de corto alcance para reconocimiento aéreo, seguido del disparo de obuses autopropulsados M109A2 y obuses remolcados de 155 mm.

En este sentido, el Comando del Tercer Teatro justificó la operación bajo el principio de que “cualquier lugar puede ser un campo de batalla”, con el objetivo de entrenar a las tropas en variedad de entornos y mejorar su competencia en el manejo de armamento estándar. Este enfoque busca asegurar que las unidades puedan reaccionar eficazmente ante escenarios físicos y tácticos cambiantes.
Simultáneamente, el Ejército avanzó en su plan de modernización que apunta a reemplazar sus veteranos M109A2 y M109A5 por 168 unidades del moderno M109A7 autopropulsado, a un costo estimado en NT$ 90 mil millones (USD 2,75–3,1 mil millones). Esta iniciativa refuerza la capacidad de fuego y supervivencia operativa de las fuerzas imperantes frente a la creciente presión de China.
Taiwán aumenta su inversión en defensa
Además, el alza en el presupuesto de defensa al 3 % del PIB permitió escalar el plan desde las 40 unidades iniciales, subrayando el clima de urgencia estratégica que afronta Taipéi. En paralelo, Taiwán empezó a integrar tanques M1A2T Abrams y sistemas HIMARS, fortaleciendo su doctrina de combate combinado y capacidad de respuesta frente a amenazas de invasión o conflicto limitado.

Este ejercicio marca una etapa clave en la transición de artillería tradicional a sistemas digitalizados y móvilmente integrados, en línea con las amenazas emergentes en el estrecho de Taiwán y la importancia de la disuasión activa como componente de seguridad nacional.
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