En un escenario económico marcado por la necesidad de divisas, la noticia de que Argentina cerró el primer semestre de 2025 con superávit comercial suena alentadora. Según datos del INDEC, el país exportó más de 39.700 millones de dólares en bienes y, a pesar de un fuerte incremento de las importaciones, logró sostener un saldo positivo de casi 2.800 millones.

La clave está en cómo se compone ese superávit. Mientras las exportaciones crecieron de manera moderada, las importaciones se dispararon. En los últimos meses, aumentó con fuerza la compra de bienes de capital, insumos industriales y artículos de consumo durables. Este movimiento puede interpretarse como un reflejo de mayor actividad económica, pero también representa una advertencia: si las exportaciones no logran mantener el ritmo, el balance comercial podría deteriorarse más rápido de lo previsto.
Qué se exporta y qué se importa en la Argentina actual
El perfil exportador argentino sigue estando anclado en el agro, los alimentos y los recursos naturales. Harina y pellets de soja, maíz, petróleo crudo y aceite de soja figuran entre los principales productos enviados al exterior.

Del lado de las importaciones, el mapa se vuelve más complejo. Aumentaron las compras de máquinas y equipos eléctricos, insumos electrónicos y productos químicos, lo que podría interpretarse como una señal de inversión y modernización productiva. Sin embargo, también se incrementaron las importaciones de automóviles y otros bienes de consumo durables, lo que sugiere una demanda interna más dinámica, aunque también un mayor drenaje de divisas.
Brasil y China lideran, pero con desequilibrios
Brasil continúa siendo el socio comercial más relevante, con una participación destacada tanto en las exportaciones como en las importaciones. El vínculo con el país vecino suele ser clave para sectores como el automotor, pero también implica una dependencia estructural de ese mercado.
China, en cambio, representa un caso distinto. Aunque es uno de los principales proveedores de bienes para la economía argentina, el intercambio con Pekín arroja un fuerte déficit. Por cada dólar exportado, se importan más de dos. Esta relación asimétrica profundiza el desafío de equilibrar las cuentas externas y plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del vínculo a largo plazo.
El comercio por regiones y los desafíos a futuro
Un repaso por bloques económicos muestra que el Mercosur, a pesar de su relevancia política y regional, dejó un saldo negativo para Argentina. Las mayores ganancias comerciales llegaron desde destinos no tradicionales como India, África, Medio Oriente, Chile y otros países de América Latina.

No obstante, los déficits con China y la Unión Europea, quienes son las principales fuentes de bienes de alto valor agregado, marcan el límite de la balanza comercial actual. Si el país no logra dinamizar sus exportaciones hacia esos destinos o reducir la dependencia de importaciones clave, el superávit logrado en este primer semestre podría verse comprometido.
Más allá del número, la advertencia está en la velocidad
El saldo positivo en el comercio exterior es un dato positivo en un contexto macroeconómico que aún busca estabilidad. Pero la velocidad con la que crecen las importaciones debería encender alertas.

En los próximos meses, el desafío será doble: consolidar la recuperación exportadora y evitar que el mayor dinamismo importador se transforme en un boquete. Porque, como suele ocurrir en Argentina, el problema no es tanto el número final, sino su tendencia. Y hoy, esa tendencia está en juego.
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