El cierre del espacio aéreo ruso sobre el polígono de pruebas de Kapustin Yar encendió aumentó el temor en Occidente, al coincidir con crecientes advertencias sobre un posible lanzamiento inminente del misil balístico Oreshnik, un sistema que Moscú ha calificado como “imparable” y de “capacidad revolucionaria”. La medida se extiende del 4 al 8 de agosto y coincide con el vencimiento del plazo fijado por la OTAN para que el Kremlin revise su posición sobre Ucrania.
El presidente Vladímir Putin confirmó el 1 de agosto que el primer sistema Oreshnik fue entregado oficialmente al ejército ruso y que se encuentra en producción en serie.

Según fuentes rusas, su capacidad de impacto alcanzaría temperaturas de hasta 4.000 °C, lo que lo convertiría en una de las armas más destructivas del arsenal ruso actual.
Aunque no se ha confirmado oficialmente el propósito del cierre del espacio aéreo, analistas consideran altamente probable que se estén llevando a cabo nuevas pruebas del Oreshnik u otros vectores similares, en el marco de la reciente decisión de Rusia de abandonar la moratoria sobre el despliegue de misiles de medio y corto alcance. El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso anunció esta reversión el mismo 4 de agosto, alegando que “ya no se siente atada por las restricciones autoimpuestas”.
Bielorrusia, el nuevo eje del rearme ruso
Putin también anunció que el sistema Oreshnik será transferido a su aliado Bielorrusia antes de fin de año, lo que genera preocupación en Europa del Este por la creciente proyección de fuerza rusa desde un país que comparte frontera con Ucrania, Polonia y los Estados bálticos.

La expansión del sistema de misiles rusos en la región se enmarca en una estrategia más amplia de disuasión que también incluye la modernización de su flota submarina nuclear y el despliegue de armamento hipersónico. En conjunto, estas acciones refuerzan la postura de confrontación del Kremlin ante lo que considera un cerco militar occidental creciente.
Escenarios de invasión y advertencias desde el entorno de Putin
El temor a una escalada militar no se limita al frente ucraniano. Abbas Gallyamov, exredactor de discursos del presidente Putin y actual opositor exiliado, declaró esta semana que una invasión rusa a los Estados bálticos se ha convertido en un escenario “realista” si Moscú percibe que el conflicto en Ucrania no puede resolverse en sus propios términos.

Este tipo de maniobra, sin embargo, generaría un nuevo nivel de confrontación con la OTAN y pondría directamente a prueba la credibilidad de la alianza, además de su actual liderazgo político en Washington. “Trump no podría seguir diciendo que esa guerra ‘no es su problema’”, advirtió Gallyamov, quien consideró que una invasión a los países bálticos significaría un fracaso diplomático personal para el presidente estadounidense.
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