Ucrania afirma haber accedido a información clasificada sobre el nuevo submarino estratégico nuclear ruso Knyaz Pozharsky, apenas días después de su incorporación oficial a la Flota del Norte. Según la Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa ucraniano (HUR), la operación reveló documentos internos de la Armada rusa, incluyendo diagramas técnicos, listas de tripulación, protocolos de combate y datos sobre los sistemas de supervivencia del buque.

La filtración, según el comunicado de HUR publicado el fin de semana, no solo expone debilidades del Knyaz Pozharsky, sino que también permitiría inferir limitaciones estructurales de otros submarinos del mismo proyecto.
Aunque los documentos difundidos por Ucrania no fueron verificados de forma independiente, su contenido representa un golpe simbólico y operativo para la Armada rusa en un momento de máxima sensibilidad geopolítica. El Ministerio de Defensa ruso no emitió comentarios oficiales.
La flota submarina rusa en el centro de la disuasión nuclear
El Knyaz Pozharsky fue incorporado formalmente el pasado 24 de julio en una ceremonia encabezada por el presidente Vladímir Putin en Severodvinsk. Con 170 metros de eslora, propulsión nuclear y capacidad de operar a más de 50 km/h bajo el agua, representa el más reciente avance de la modernización naval rusa.

La nueva generación de estos buques está diseñada para garantizar un segundo ataque nuclear en caso de conflicto, operando desde posiciones invisibles en regiones estratégicas como el Ártico, donde Moscú ha consolidado su presencia naval.
La filtración ucraniana podría comprometer no solo el sigilo y la operatividad del Knyaz Pozharsky, sino también los principios de invulnerabilidad que sostienen la lógica de disuasión nuclear submarina. “La información obtenida permite identificar las características técnicas y limitaciones de los submarinos del Proyecto 955A, vitales para el relato de poder de Rusia como actor nuclear”, sostuvo el comunicado del HUR.
Un nuevo frente en la rivalidad nuclear con Estados Unidos
El incidente se produce en un contexto de creciente tensión entre Rusia y Estados Unidos. En las últimas semanas, ambas potencias intensificaron su despliegue de submarinos estratégicos en regiones clave del Atlántico y el Ártico. Washington ordenó él redespliegue de dos submarinos clase Ohio como respuesta a declaraciones del expresidente ruso Dmitri Medvédev, quien sugirió que Moscú podría activar sistemas de represalia nuclear automática.

Estas acciones reflejan una aceleración en la modernización de las plataformas nucleares de ambas potencias, mientras el tratado New START se encamina a su vencimiento en 2026 sin reemplazo a la vista.
La falta de verificación mutua y los crecientes despliegues visibles aumentan el riesgo de malentendidos operativos en escenarios altamente sensibles, como el mar de Barents o el Estrecho de Dinamarca. Analistas internacionales advierten que la escalada actual revierte décadas de estabilidad relativa sostenida desde la Guerra Fría.
Si se confirma que los datos obtenidos por Kiev comprometen sistemas críticos de navegación, comunicaciones o defensa del Knyaz Pozharsky, la efectividad operativa del buque podría quedar seriamente afectada, generando implicancias más amplias en la doctrina de disuasión rusa.
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