Rusia lanzó en la madrugada del 31 de julio una ofensiva masiva de drones y misiles contra Kiev, dejando al menos nueve personas muertas —entre ellas un niño de seis años— y más de 130 heridos. La serie de ataques, una de las más intensas de las últimas semanas, coincide con un aumento de la presión internacional, encabezada por Estados Unidos, para que el Kremlin acepte un alto al fuego.
Los misiles impactaron múltiples zonas residenciales y educativas de la capital ucraniana. En el distrito de Sviatoshynskyi murieron seis personas, mientras que otras dos perdieron la vida en Solomianskyi. La novena víctima fue confirmada más tarde, cuando los equipos de rescate aún continuaban trabajando entre los escombros. Según el alcalde Vitali Klitschko, al menos doce niños resultaron heridos, el número más alto registrado en un solo ataque desde el inicio de la invasión a gran escala en 2022.

En total, las fuerzas rusas lanzaron más de 300 drones y ocho misiles durante la noche, apuntando no solo a Kiev sino también a otras regiones del país. El presidente Volodímir Zelenski vinculó directamente esta agresión con el ultimátum reciente del presidente estadounidense Donald Trump, quien advirtió al Kremlin que impondría nuevas sanciones económicas si no se avanzaba hacia una resolución del conflicto.
“Kiev está bajo un ataque masivo de drones. Que no haya dudas: esta es la respuesta de Putin al plazo fijado por Trump”, afirmó Meaghan Mobbs, hija del enviado especial de EE.UU. para Ucrania, Keith Kellogg, en su cuenta oficial de X.
Infraestructura civil como objetivo
Según reportó Tymur Tkachenko, jefe de la administración militar de Kiev, al menos 27 puntos de la ciudad fueron alcanzados, con especial impacto en los distritos de Solomianskyi, Holosiivskyi, Shevchenkivskyi y Sviatoshynskyi. Una escuela, varios edificios residenciales y la infraestructura ferroviaria sufrieron daños significativos. Incluso el hospital infantil del distrito Shevchenkivskyi resultó afectado, aunque no se reportaron heridos allí.

En el distrito de Sviatoshynskyi, una explosión provocó un incendio que destruyó varios vehículos, mientras que escombros alcanzaron el noveno piso de un edificio de departamentos. También se reportaron daños en el Centro Cultural Islámico de Kiev, donde restos de un misil cayeron en el patio del recinto religioso, según detalló el representante local de la comunidad musulmana, Oleh Khalydovych.
Las alertas antiaéreas sonaron en dos tandas durante la noche: una primera ola que cesó a las 3:20 a.m. y una segunda que comenzó aproximadamente a las 4:30 a.m., cuando nuevos misiles fueron detectados en dirección a la capital.
El trasfondo político del ataque
Este nuevo episodio de violencia ocurre en medio de crecientes tensiones diplomáticas entre Washington y Moscú. En una grabación difundida por la Casa Blanca el 29 de julio, Trump advirtió que “en diez días” impondrá aranceles y sanciones adicionales si Rusia no cesa sus operaciones militares en Ucrania. Según medios estadounidenses, las medidas incluirían sanciones secundarias dirigidas a países que siguen comprando recursos energéticos rusos, como China e India.

Inicialmente, Trump había otorgado un plazo de 50 días para negociar un acuerdo de paz, anunciando en julio que de no ver avances impondría tarifas de hasta el 100% sobre productos rusos. Sin embargo, el 28 de julio acortó drásticamente ese plazo, afirmando: “No tiene sentido esperar más. No estamos viendo ningún progreso”.
El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, advirtió que el mandatario “está perdiendo la paciencia con Rusia”. En ese marco, el presidente Zelenski expresó: “Hoy, el mundo volvió a ver cuál es la respuesta de Rusia a nuestro deseo de paz, compartido con Estados Unidos y Europa”.
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