En un nuevo episodio que expone las vulnerabilidades internas en plena guerra, Ucrania confirmó la detención de un espía infiltrado en su Fuerza Aérea. El agente, un mayor que actuaba como instructor de vuelo, filtraba a Rusia información crítica sobre la ubicación, horarios y movimientos de aviones de combate, incluidos los F-16 recientemente incorporados. El caso revela el alto valor que Moscú otorga a estos sistemas occidentales y pone en evidencia los esfuerzos del Kremlin por desarticular la superioridad aérea de Ucrania desde adentro.
La amenaza interna a los F-16
La detención del mayor de la Fuerza Aérea ucraniana fue realizada por la contrainteligencia militar del Servicio de Seguridad de Ucrania (SSU), que lo identificó como un espía al servicio de Rusia. Según las autoridades, el militar ocupaba un puesto clave como instructor de vuelo dentro de una brigada esencila para la defensa aérea del país. Su unidad era responsable de interceptar misiles y drones enemigos, así como de apoyar a las tropas ucranianas con ataques a objetivos terrestres.

Las investigaciones revelaron que el espía no solo transmitía coordenadas de aviones y pistas aéreas, sino que además elaboraba informes analíticos para las fuerzas rusas, recomendando tácticas de ataque combinadas. También filtraba información personal de pilotos ucranianos, números de matrícula de las aeronaves, y detalles sobre armamento y tácticas de combate. Para mantenerse oculto, utilizaba correos electrónicos anónimos y chats secretos en apps de mensajería, en contacto directo con un oficial de inteligencia ruso.
F-16 móviles, respuesta a la amenaza rusa
La revelación del espía en la Fuerza Aérea ucraniana se produce en un momento crucial para la defensa de Kiev. En colaboración con el Ministerio de Defensa y la fundación Come Back Alive, se desarrollaron módulos móviles de mantenimiento y operaciones que permiten reubicar rápidamente las aeronaves F-16 y dispersarlas en ubicaciones fuera del alcance del fuego ruso. Esta medida busca contrarrestar el breve lapso entre la detección de los aviones por parte de Rusia y el lanzamiento de misiles, que ha convertido a los aeródromos fijos en blancos vulnerables.

Los nuevos complejos móviles incluyen centros de planificación, módulos de armamento, transporte para tripulaciones y zonas de descanso, permitiendo operaciones completas sin depender de una base fija. Además de reducir significativamente el personal necesario para preparar cada vuelo, esta táctica le da a Ucrania una ventaja asimétrica: convierte a sus F-16 en un objetivo escurridizo, dificultando que una sola filtración, como la que protagonizó el mayor capturado, pueda poner en riesgo toda la flota. Dispersos en campos remotos o pistas civiles, los cazas pueden despegar, reunirse en el aire y operar en formación, garantizando así su supervivencia en una guerra de largo aliento.
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