A principios de esta semana, el Mando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD) desplegó cazas F-16 y F-35 luego de haber detectado, rastreado e interceptado cuatro aviones militares rusos que operaban en la Zona de Identificación de Defensa Aérea de Alaska (ADIZ), sobre el Mar de Bering. La incursión duró unos 50 minutos, ya que los sistemas de vigilancia del NORAD lograron controlar la formación rusa, compuesta por dos bombarderos estratégicos Tu-95MS y escoltados por dos cazas Su-35.

La capitana Rebecca Garand, portavoz del NORAD, afirmó que los dos bombarderos estratégicos Tupolev Tu-95 y los dos cazas polivalentes Su-35, clasificados como aviones de combate, permanecieron en todo momento dentro del espacio aéreo internacional. Si bien su presencia en la ADIZ no constituyó una violación de la soberanía estadounidense o canadiense, el NORAD actuó siguiendo los protocolos de seguridad habituales.
Una situación habitual en un escenario geopolíticamente activo
El incidente del 22 de julio se produce tras varios episodios similares. En abril de 2025, por ejemplo, el NORAD informó de otra presencia de aviones rusos en la ADIZ de Alaska. Más atrás en el tiempo, en septiembre de 2024, el NORAD hizo públicas unas imágenes que mostraban a un Su-35 ruso volando a escasos metros de un avión norteamericano, un encuentro calificado en su momento de “inaceptable” por funcionarios estadounidenses.

No obstante, tres meses antes, aviones de combate estadounidenses y canadienses habían sido movilizados para seguir a las aeronaves rusas avistadas sobre el Ártico, una región donde las fricciones geopolíticas han ido en aumento en los últimos años. En este último contexto, dos F-16 fueron redesplegados de Alaska a Groenlandia para mejorar el posicionamiento avanzado de las capacidades de defensa aérea del NORAD.
Los sucesos múltiples ilustran una álgida realidad en la región: la competencia estratégica persistente entre grandes potencias, en teatros de operaciones, como el Ártico, que con el paso de los años ganaron cada vez más protagonismo geopolítico. Alaska y la región ártica en general se están convirtiendo cada vez más en posibles zonas de confrontación, donde la disuasión se basa ahora en la presencia activa y la respuesta rápida.
Las capacidades estratégicas rusas
Si bien las repetidas interceptaciones no suponen específicamente una escalada de tensiones, sí demuestran el creciente ritmo de actividad militar en una región cada vez más crucial para países como Estados Unidos, Canadá, Rusia o China. En los recientes acontecimientos fue protagonista la ADIZ, que comienza donde termina el espacio aéreo soberano, la cual se trata de un espacio aéreo internacional designado en el que todas las aeronaves que entran deben identificarse con fines de control de seguridad.
Considerando que la zona forma parte de la red de vigilancia del NORAD (que integra satélites, radares terrestres y aéreos y aviones de combate), los cazas F-16 y F-35 necesariamente fueron desplegados para controlar y vigilar la presencia de los aviones militares rusos. Y aunque la actividad aérea rusa en esta región no es inusual, en esta ocasión se hicieron presentes los Tu-95, unidades conocidas como “El Oso”, y los Su-35.

El Tupolev Tu-95 es un bombardero estratégico cuatrimotor turbohélice, capaz de llevar a cabo misiones de ataque nuclear de largo alcance. Se caracteriza por su diseño de ala en barrido y motores de hélice contrarrotatoria, equipados para el reabastecimiento aéreo. Posee sistemas de navegación y bombardeo a bordo, radar de puntería, sensores infrarrojos de aviso de aproximación de misiles y equipos de guerra electrónica.
Por otro lado, los cazas polivalentes Su-35 fueron los que escoltaron a los Tu-95 recientemente en la ADIZ de Alaska. Se trata de una aeronave en servicio en varios regimientos de aviación de caza de las Fuerzas Aeroespaciales rusas, y ha sido considerado uno de los mejores aviones de combate de primera línea de Moscú. Sin embargo, debido al actual conflicto con Ucrania, la flota de Su-35 activos ha sufrido importantes pérdidas.
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