El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, advirtió que su gobierno está dispuesto a atacar nuevamente las instalaciones nucleares de Irán “si es necesario”, tras confirmar que la ofensiva aérea del pasado 22 de junio logró destruir tres complejos clave del programa atómico persa. La declaración se produjo luego de que el canciller iraní, Abbas Araghchi, admitiera públicamente que los daños causados fueron “muy graves”.
“¡Lo haremos de nuevo, si es necesario!”, escribió Trump en su cuenta de Truth Social, celebrando el éxito de la operación militar estadounidense y acusando a medios como CNN de minimizar el impacto real del ataque. “Nuestros pilotos destruyeron esos sitios. CNN debería despedir a sus reporteros”, agregó el mandatario, quien insiste en que la acción fue crucial para frenar el avance del programa nuclear iraní.

Las instalaciones alcanzadas por la ofensiva estadounidense —ubicadas en Natanz, Fordow y Arak, según medios internacionales— fueron blanco de un bombardeo de precisión que se ejecutó apenas días después del sorpresivo ataque israelí del 13 de junio, que desató una guerra relámpago de doce días entre Irán e Israel. Según una evaluación inicial de inteligencia citada por CNN, los bombardeos habrían retrasado el programa nuclear iraní por varios meses, aunque sin detenerlo por completo.
En declaraciones al canal Fox News, el canciller Araghchi reconoció el alcance del daño: “Nuestras instalaciones han sido gravemente afectadas… la magnitud de los daños está siendo evaluada por nuestra organización de energía atómica”. No obstante, aseguró que Irán no abandonará su política de enriquecimiento de uranio: “No podemos renunciar al enriquecimiento porque es un logro de nuestros científicos, y ahora, más que nunca, es una cuestión de orgullo nacional”.

Tensión diplomática y negociaciones inciertas
Las advertencias de Trump se producen en la antesala de una nueva ronda de negociaciones nucleares entre Irán y el grupo E3 —Reino Unido, Francia y Alemania— prevista para este viernes en Estambul. Desde el inicio del año, los diálogos con Washington se venían realizando a través de mediadores omaníes, hasta que el ataque israelí del 13 de junio interrumpió abruptamente el proceso, frustrando lo que habría sido la sexta ronda de conversaciones en Mascate.

El ingreso directo de Estados Unidos al conflicto el 22 de junio marcó un punto de inflexión: por primera vez desde 2021, Washington lanzó un ataque abierto contra instalaciones nucleares iraníes, alineándose operacionalmente con Israel en el marco de una ofensiva coordinada. Aunque el conflicto bélico se estabilizó tras el alto el fuego alcanzado a fin de mes, las tensiones diplomáticas persisten.
Por el momento, no hay señales claras de que Teherán esté dispuesto a limitar su programa nuclear bajo las condiciones occidentales. Desde el entorno de Trump, en cambio, se refuerza la retórica de presión máxima como única vía para frenar lo que consideran un riesgo inminente de proliferación.
Con un telón de fondo de negociaciones frágiles, amenazas cruzadas y acciones militares recientes, el conflicto nuclear iraní vuelve al primer plano de la agenda internacional, y el margen para una salida diplomática parece cada vez más estrecho.
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