Corea del Norte ha elevado el tono de sus advertencias tras la realización de maniobras militares conjuntas entre EE.UU., Japón y Corea del Sur, en las que se desplegaron bombarderos B-52H de largo alcance. El Ministerio de Defensa norcoreano denunció estas acciones como una “provocación deliberada” que intensifica la tensión regional y podría derivar “en cualquier momento” en un enfrentamiento armado. Estas declaraciones se producen en un contexto de creciente inestabilidad en la península coreana, marcada por ejercicios militares cada vez más sofisticados y la falta de diálogo diplomático entre las partes.
Pyongyang denuncia maniobras “hostiles” en su contra
El Ministerio de Defensa de Corea del Norte emitió un comunicado en el que condena enérgicamente la participación de bombarderos estratégicos B-52H en los recientes ejercicios militares conjuntos entre Washington, Tokio y Seúl. Según Pyongyang, este despliegue pone en riesgo la estabilidad de la península coreana y constituye una muestra del “carácter agresivo” de la alianza trilateral. En la misma línea, el país liderado por Kim Jong-un sostiene que estas maniobras son parte de una campaña sostenida de presión militar diseñada para aislar al Corea del Norte y justificar un posible conflicto armado.

En su declaración, el gobierno norcoreano subrayó que el uso de los B-52H no es una simple medida disuasoria, sino una señal clara de intenciones hostiles. Este tipo de despliegues refuerza la narrativa del régimen de que su soberanía se encuentra bajo constante amenaza, lo que, según afirman, justifica el fortalecimiento de sus capacidades de defensa, incluyendo su programa nuclear. Además, advirtieron que esta “escalada militar planificada” no solo viola los principios básicos de coexistencia pacífica, sino que incrementa significativamente el riesgo de un conflicto armado, con consecuencias impredecibles para la región del noreste asiático.
Una alianza estratégica que redefine el equilibrio regional
El endurecimiento del discurso norcoreano frente a las maniobras militares trilaterales no puede entenderse de forma aislada. En paralelo a sus advertencias sobre un posible conflicto en la península, Corea del Norte ha consolidado su alianza con Rusia a niveles sin precedentes desde la Guerra Fría. Según fuentes occidentales y rusas, Pyongyang desplegó miles de soldados para combatir junto a las fuerzas rusas en Ucrania, particularmente en la región de Kursk, y estaría planeando triplicar su presencia con hasta 30.000 efectivos. La cooperación militar se produce bajo la órbita del nuevo tratado de Asociación Estratégica Integral, que permite asistencia mutua ante amenazas externas.

Este acercamiento no solo ofrece a Corea del Norte beneficios logísticos y tácticos, sino que también modifica su posición estratégica en Asia. Analistas apuntan a que el involucramiento directo en un conflicto de alta intensidad como el de Ucrania brinda a sus tropas experiencia en combate moderno, mientras que a nivel diplomático, Kim gana margen de maniobra frente a Pekín y reduce aún más los incentivos para retomar el diálogo con Washington. A medida que las tensiones en Asia oriental escalan, este nuevo eje Moscú–Pyongyang añade un nivel adicional de complejidad a la seguridad regional y sugiere que las amenazas verbales de Corea del Norte podrían estar respaldadas por un renovado poder real.
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